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AÚN LOS TAGAERI - Han tenido Vds. mucha suerte; en este rato podíamos contar tres o cuatro cadáveres -les digo. - Bueno, el muchacho que salió de la trocha de perforación a buscar agua parece que se topó solamente con dos tagaeri. Oaro, no se detuvo para ver. Según dice, estarían a unos 50 metros del grupo de obreros. ¿Creen que se preparaban para atacarnos? - Sin duda. Ésta es una lanza de guerra y Vds. encontraronen elmismo lugar otras quince; ellos habrán preparado este ataque durante mucho tieml)O. Ya les advertimos que según todos los indicios les vigilaban. Vds. debieron abandonar la zona, sólo la casualidad ha evitado una matanza. Los sres. Tabar y Uzu se miran en silencio. Conversan entre ellos en francés que ese problema le toca resolverlo aCepe. Tabar apunta algunos detalles de lo que voy explicando. Dice después: - Sólo necesitamos 15 días para tenninar, ¿no habrán huido los indígenas de ese punto y podríamos hacer rápidamente el trabajo? - No, no pueden. Los tagaeri han cruzado sus lanzas en la trocha, clavaron de un lanzazo un casco de sus obreros en un higuerón y tienen todavía guardadas allí sus lanzas de guerra. Van aseguirluchando por sus cazaderos. Y Vds. enviarán a sus gentes a una emboscada. -Bien, en ese caso que Cepe decida, no podemos estar indefinidamente en 'standby'. Mañanallegaránesos señores de Quito conel Dr. Vela; o nos danprotección para tenninaro nos vamos de unavez por todas. Llevamos un año y no se hizo nada por resolver este problema. - Recuerden que en la selva la protección no significa mucho, hay demasiadas probabilidades de que surja un enfrentamiento. - No lo vamos a decidir nosotros. Mr. Tabar cuelga en su oficina la lanza tagaeri, roja, larga, pesada, adornada de plumas, y nos despedimos. 32
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