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, PARABOLA DEL PATO APRESURADO El gran pato blanco sube pesadamente el tobogán de paja en el tejado. Sobre el cumbrero de la choza bate las alas obseivando alrededor. Está probando fuerzas o, vete tú a saber, acabando de resolver alguna duda. Parece un pato filosófico. De pronto, se lanza en un vuelo sostenido sobre el poblado... - ¡Se escapa! -grito alarmado pues nunca vi volar a estos patos domésticos. -No,-dice el hechicero. Sólo está queriendo probar sus alas. También le gusta ver las cosas desde arriba, le gusta volar. Pero volverá. Se oye la tijera de esas alas en el aire húmedo de la mañana. Cruza el ave por el río Aguarico y se pierde en un manchal de chontas. El indio lo está siguiendo con la mirada. Después habla. - También el secoya necesita salir de su chacra. Quiere conocer. Hay un tiempo para eso. Los jóvenes deben visitar otros lugares y obseivar a gentes distintas; luego regresan porque nuestra vida nació aquí, en otros lugares no se encontraría. Pero más tarde siempre vuelve a volar. El secoya no puede quedarse cautivo. No es una lora amarrada por la pata a su poblado, él vive en toda la selva. Quien queda cautivo de su casa junto a la quebrada pierde su instinto y nada sabrá. Para nosotros la tierra no es una cárcel, no es sólo paracultivar sino para vivir. Ahora, con la invasión delos blancos, aunque es grande todavía para trabajar ya se quedó chiquita para ser libres. El hombre si no vuela no sabe, no conoce. Al secoya no le gusta vivir con las alas cortadas. Incluso cuando quiere morir le han de respetar la casa que él hizo y las chacras, quedarán suyas para que siga viviendo. Así le gusta. No somos blancos para vivir amarrados. Ellos saben pasar así como árboles; nosotros andamos. Ellos dicen "esta tierra es mía" y ahí quedan plantados, presos. Ycuando mueren los abandonan como huesos de comida en un mismo hueco. 31

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