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1989 BREVE HISTORIA CON SERPIENTE Cuando a media mañana lo trajeron en una hamaca, Humberto Piaguaje deliraba y tenía la boca desbordada con espuma amarillenta. En lamano derecha la sangremanaba incontenible de una enormemordedura. Le atacó una pitalala. El muchacho mordido, antes de perder totalmente el conocimiento, pudo caminar una hora por la selva tras recuperarse de tres o cuatro desmayos en el camino. En este momento las mujeres rodean al herido, defendiéndole del sol con las hojas de plátano, cantando plegarias evangelistas para su cura– ción. Los secoyas tenían los mejores hechiceros de esta zona amazónica pero fueron desplazados por los misioneros ylos sucesivos contactos con la cultura mestiza. En su lugar las autoridades estatales pusieron en este poblado un Centro Médico equipado con dos sillas y un armario, que raramente tienen medicinas pero nunca sueros antiofídicos. Así pues, salvado de las garras de la superstición ancestral, Humberto está feliz– mente en manos de este progreso que será su muerte. Nos llevó cuatro horas llegar con Humberto hasta Guarumo, un campamento de CEPE donde el doctor muy amablemente le inyectó dos sueros. Mucho más tarde, cuando pudimos llegar aLago Agrio comprobé una vez más lo que vale la vida de los indios en la frontera. El muchacho quedó en el pasillo del hospital en un estado que el doctor allí presente calificódeobservación cuando yo siempre l_o habríallamado de abandono. Como era de esperar, a lamaftana siguiente elmuchacho había empeorado y el galeno insistía en sacarlo a Quito para lo cual, por cierto, había dos pequeñas dificultades. Por un lado, la familia de María -esposa quichua del herido- se negaba 29
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