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CAi DE PUNTERO Surcando a su lado el río es otro, lleno de vida. Caí, aunque de entrada no lo aparente, es un políglota capaz de interpretar no sé cuántos lenguajes. Para la vista es un águila, un puma para el oído y, en cuanto a olfato, no hay quiénventee los aromas como él. No es de extrañarpor tanto su perplejidad conmigo. - ¿No oíste motor?, viene a cuatro vueltas. Con la canoa en marcha, él hace de mascarón de proa, con la nariz al viento leyendo todos sus olores. - ¡Huangana! -nos hace parar con un gesto imperativo. Y, aunque vino muy compuesto, ahora se descalza y desnuda en un momento susurrando "ropamucho molesta, botas haciendo ruido mucho" y se pierde sin un ruido porla selva. Más tarde aparecerá con su huangana preguntando entre risas: "Tú, ¿no oler?". Nada. Siento el escondido rubor de la impotencia y la certeza de la amputación de mis sentidos. ¡Cuánta vida se nos escapa! Después será una pava a la que sólo veré cuando caiga dando tumbos entre las ramas de los laureles. Cai se dirige a Heriberto, buscando en el quichua un hombre mejor dotado yque pueda comprender– le: "¡No vio pava! Él no oír motor ni oliendo nada". Sin duda soy un espécimenmuy poco desarrollado, a saber dónde he podido estar encerra– do paramostrar un nivel tan raquítico, estará pensando Cai. Pero como no es orgulloso y sí paciente, sigue intentando enseñarme como a un niño los idiomas múltiples de la selva. - Ahí bebió tigre, huella grande. Señala las pisadas del puma en la arena de la playa y vuelve el rostro sonriente hacia Heriberto. - ¡Él no vio nada! 22
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