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depende de sefl.ales tan imperceptibles como unbrillo o cambio de tono en la superficie, acaso en el fruncimiento leve de las aguas o en el perfil quebrado de una playa. Después de un día de sol implacable, a media tarde se despierta el viento enalgúnlugardelas cabeceras. Tambiénélestálleno de aturdimiento y golpea de lado alado del cauce lamurallavegetal como un gavilán ahíto sin poder remontar vuelo. Sopla la arena; primero un humo blanco sobre las playas yluego, ya enloquecido, alza unas enormes nubes de polvo. Me gustaría mostrarles esta insólita tormenta sahariana, aquí, en el reino de las aguas. EN CHIRU ISLA, MILAGRO Es probable que esto sea, además demilagro, un sacramento, pero para ello esperemos el dictamen de teólogos y curiales. Los comuneros de Chiru isla cortan todos a una la hierba del centro poblado enun sagrado rito de solidaridad. Losmachetes centelleany el sol pronto convierte al césped segado enperfume yceniza; como en todo buen sacrificio agradable a Dios. Hay ancianos a quienes los afl.os robaron energía mas no voluntad; están las mujeres embarazadas macheteando de rodillas y también las que cargan hijos a la espalda. A ratos esos nifl.os se sueltan de los pafl.ales y gatean por el césped entre una lluvia de briznas cortadas... Cuando el sol quiere quemar demasiado, los comuneros ya pueden mirar orgullosamente los patios limpios. Todavía aquí el trabajo no es un castigo, seguramente porque tampoco se abusa del mismo. Es el momento de las risas o de las burlas domésticas sin cuidarse siquiera porque hay bocas muy hambrientas para tan pocas ollas. Podrían ser hasta cinco mil, contando lasmujeres ylos nin.os , que al repartiresas ollas demasato todos van a alimentarse hastala saciedad yquedarán todavía doce pilches llenos 18

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