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conversar cosas fantásticas. Por ejemplo: en cierto cóctel servido en la empresa le oyó describir una especie de cacería de indios salvajes realizada desde helicóptero. - Y ahora que lo digo, pienso que el nombre de esos sujetos liquidados correspondía al que Vd. menciona. Aucas, así los llamó. Pero, ¿será cierto? ya le digo que es un loquito. Más tarde, escuchando al ingeniero su opinión sobre la altura profesio– nal ymoral demuchos de sus compañeros en el Oriente, noté que coincidía en algún punto con la de cierto conocido, dueño de un saloncito en Shushufindi. - Vea padrecito -solía decir-, estas muchachas que sirven acá no son públicas. Yo no estoy metido en ese negocio, son meras saloneras. Lo que ellas hagan al final de su jornada es cosa suya, ¿no le parece? Claro, veo que muchos llegan acá a hacerles los favores, pero para decirle lo más cierto los campiones son los de CEPE. Los ingenieros se las van llevando en sus carros ylas hacen botarse al piso al pasar la barrera del campamen– to. Bueno, ¿qué policía sería tan cojudo para detener a un jefe por cargar auna hembrita, verdad? Así es la cosa, esos manes son los campiones pero yo no dentro en el negocio. TORMENTA DEL DESIERTO Posiblemente estén en lo cierto los ancianos secoyas cuando dicen que el tiempo ya no se encuentra a sí mismo. Está confundido según ellos. Eso explicaría que aún en temporada de lluvias como ahora, el Napo se encuentre tan bajo y desolado, abandonándose en grandes playas. Se adivina al entero buscar a tientas el paso en ese laberinto de arena. Hasta los mismos runas tienen que aguzar su instinto navegante para adivinar el enigma de esas aguas bajas. Pues el río es un espejismo; en realidad, para los ojos iniciados, los cauces profundos son variados y muchas veces serpentean dentro del Napo como las quebradas en la selva. Descubrirlos 17

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