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aunque nunca recuperó el sentido, cegado su cerebro por la sangre y tanteando su espíritu, tras reponerse del susto, una salida para el viaje de urgencia. Genaro había cuidado hacía poco a la anciana mamá de Delio e Isaac; cuando dejó su casa la mujer se había repuesto, pero era demasiado vieja para aguantar mucho y al poco murió en Cuyabeno. Con frecuencia la muerte de sus allegados suele causar en estos indígenas una rebeldía y agresividad notables, más aún cuando en ese trance se mezclan con el alcohol tan abundante de Cuyabeno y antiguas cuentas mal saldadas entre clanes. Campan por sus respetos allí los Criollos, poco afectos a Víctor, patriarca de su clan y padre de Genaro. La venganza india tiene manos y memoria largas, la paciencia nunca falta; así Víctor ha perdido tres hijos en poco más de un año. Pero está de más metemos en el hilo intenninable de las afrentas, tan oscuras y sinuosas que uno ajeno apenas puede descifrar algo en ese resquemor que arde como un rescoldo inextinguible en el alma de muchos de estos indios. Además dimos aquí con Delio, cuya mente no se distingue por el equilibrio y para cuyas manos Genaro es la tercera víctima conocida, después de su propia mujer a quien apuñaló o el mestizo que liquidó en sus años de cárcel (años que con no poco pudor e imaginación él suele contar como de estudio). En fin, ¿para qué insistir en hallar razones donde rige otro hilo conductor de la vida o de la muerte? La violencia está inscrita en su espíritu lomismo que la bondad, llegó ahora su tiempo a cobrarse una vida valiosa y a disperdigar a los pocos supervivientes por los más recónditos rincones de la selva. Nadie sabe dónde para el viejo Víctor, sin duda tan asustado como dispuesto a la venganza; también el hijo de caído, César, llevará ese fogonazo marcado en su corazón hasta que pueda borrarlo de fonna adecuada. Entretanto los asesinos se refugiaron por las remotas lagunas de Cuyabeno, protegidos por el silencio de los suyos con quienes no sería extraño algún día las picas se volvieran lanzas. El tiempo de venganza ha pasado como una tonnenta, derribando vidas, casas y haciendas, sembrando también una semilla de furia que necesitará de un tiempo de calma o cultivo, pero que sin duda dará algún día en otro 158
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