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a las últimas voluntades de Femando tal como nos las contó a su tiempo: "Por ningún motivo debe clavarse a un curandero bien graduado en un ataúd, con ello se le perjudicaría al ímpedirle levantarse. Eso puede hacerse con quienes no toman yajé, ni vieron ala gente espiritual, aquienes vivieron ayunos de conocimiento. Deben enterrarme en la hamaca según nuestra costumbre, nunca entre tablas clavadas, porque yo ciertamenteme levantaré para irme. Nunca pienso que mi cuerpo vaya a quedarse aquí en la tierra, pues yo vi el cielo, gocé de esa experiencia y pienso ir allí". La partida de alguien con semejantes poderes no solía hacerse de puntillas, sino en medio de señales terribles y ominosas. "Al momento de mi muerte, o tal vez después de mi entierro, pueden surgir fuertes vientos e incluso tempestades -dijo en su día Femando con palabras bíblicas. Fíjense en el cielo: si lo ven con líneas blancas yoscuro comprenderán que llega el huracán. No bajen entonces de su casa, no correteen, no griten; no se lamenten cuando la tempestad esté por llegar, ni me lloren. Esperen a que todo eso haya pasado y entierrenmi cuerpo. Sí, por el contrario, salen ustedes al patio, dan voces, corren alocadamente, pueden ocurrir males mayores; incluso podría deshacerse la tierra o hundirse... " Según Celestino el bebedordijo a su hermana Joaquina que a sumuerte un terremoto sacudiría el pueblo de San Pablo de Cantesiayá, luego sobrevendría su hundimiento. A los vecinos secoyas no les bastó su fe evangélica para sobreponerse al vaticinio y el temor de apoderó de todos. No era cosa de broma, ni ocurriría por primera vez. En la mente de todos está el caso del antiguo pueblo de los tetetes en el bajo Aguarico, cuando en una ceremonia de yajé invocaron a Rutayo, la diosa que mora en el centro de la tierra y es dueña de los temblores; la señora acudió pero los participantes, por no obedecer las normas del bebedor, provocaron su ira. Entonces Rutayo golpeó la tierra con sus pies yel suelo primero se estremeció como la piel de un animal herido, después el temblor creció yla tierra se fue diluyendo, tomándose movediza. líquida después, hasta quedar convertida en una enorme laguna que se tragó pueblo y habitantes... Así me lo han contado mientras navegábamos por el hermoso lago de Soncora (Zancudo), un lugar encantado; tiene en su 153
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