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Apartir de ahí sólo hubo gritos. En el monte oyeron voces de hombres, entendieron que peleaban con el atacante, ¡por qué le has lanceado, le decían, después vendrán a matamos a todos! Nosotros atendíamos a Carlos. - ¡No viviré mucho, decía, se partió la lanza en el hueso y no puedo caminar! ¡ Sáquenme esto del cuerpo! Pero los ganchos de la punta no dejaban sacarla, era una lanza muy grande y pesada. Tenía dibujos rojos para indicar que debe beberla sangre del enemigo. Primero la cortamos de tres machetazos para que no fuera tan pesada sobre la herida, Carlos sufría mucho. Para poder sacarla metimos un cuchillo en laherida ycortamos con cuidado los ganchos, así pudo salir. (En efecto, el cirujano sacó de entre las vísceras las limaduras de chonta dejadas en esa terrible operación sin anestesia). - Voy amorir igual que el padre Baca (Labaca), la misma gente me ha lanceado -gemía Carlos mientras lo cargaban en una hamaca para poder transportarlo. Teníamos miedo en ese rato, pero yo corrí a la casa acompañado de Domingo y Homero, quería preguntarle a la muchacha por qué nos mataban, porqué hacían eso conla familia si nosotros la habíamos tratado bien. Al llegar no había nadie, quizá su mamá se la había llevado al monte. Volvimos de inmediato, nos costó cuatro horas llegar al Mencaro, pero aunque sabíamos que nos seguían, no vimos a nadie. Me tocó ir a buscar la canoa que estaba escondida abajo, llegó la noche, sin embargo no podíamos quedamos a dormir a pesar del cansancio. - ¡Nos matarán a todos! -repetía Ike. Fue un viaje muy malo, con el río bajo y sin luz chocamos en muchos palos, varias veces estuvimos a punto de quebrar el motor. Seguimos sin parar durante noche y día, sólo descansamos en el Tigüino." 17. Tiempo de ira Desde Tigüino los huaorani pidieron la ayuda del ejército y consiguie– ron trasladar en helicóptero al herido hasta Coca. Sobre el resultado más 141

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