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Inihue Omene hna, 36 afios, nacido en Curaray-Pastaza, casado con Omenkidi hna Omene (es decir, primos cruzados como toda pareja huaorani que se precie), 4º grado de primaria, de profesión (¡qué desbor– dada imaginación!), agricultor. Hasta el cadáver sería capaz de sonreír si le acusaran de ser agricultor. 13. Soy huao Ni siquiera la muerte nos iguala. Ahí está, de cuerpo presente, un huao no un cohuori. Cuando Carlos se despertabajunto ala cama delmaloliente hospital entrevió, entre los vapores de la anestesia, el rostro de su hijo. - Ya no voy a vivir-le dijo-, siento cómo la vida se escapa. Colocado ante lamuerte, un huao se revela distinto, alguienmisterioso y del todo diferente anosotros. Capaz de entablar un diálogo sin rencores con esta final asesina ymirar de frente esos ojos vertiginosos. Poco tiene que decirle el doctor y su optimismo; por debajo de esa ignorancia, llena de pavor, del blanco, está el pasmoso sentimiento indígena. Saberque todo está consumado: "siento que ya voy a morir". Claro, hay otros pequeños detalles que también los diferencian. Antes de decir su séptima palabra Carlos tuvo otras tan verdaderas, si bien no tan edificantes. Sacrosanta, como la serenidad ante la muerte, es la venganza. - Si vivo, quiero pinchar a uno de los tagairi, a uno quiero. Murió ahogado entre vómitos y, en esemomento, su hijo se volvió loco aojos de las enfermeras. Gritó con furia terrible, dio golpes, amenazó con palabras incomprensibles y, por fin, huyó preso de una ira incontenible. A los presentes les quedó la duda ~obre el resultado del lance, si el muchacho hubiera tenido a la mano algo contundente. No les hubiera seivido de consuelo saber que en huao tiriro, el idioma de estas gentes, la palabra piinhi significa alternativamente enojarse, querer lancear yvengarse, es decir que la cosa se deslizapor senderos muy preocupantes. Hay un enojo que pasa a la acción en menos que canta un gallo. Además en huao no hay ninguna palabra que signifique perdón, no 136