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Omatuki afirma que la mayoría de su grupo, después de la muerte de Tagae, deseaba el contacto con los de fuera. Si le entendemos bien serían solamente tres, Nampai, Huifiari y Nancamo, quienes se opondrían a ello. Cuando Alejandro e Inés llegaron esamafiana ala chacra tagaeri, Nampai y Huifiari estaban cazando. Les recibieron con recelo algunos jóvenes, Moipa, Babe, Bai, Cugui... a quienes los cohuori, para su sorpresa, hablaron en su lengua. Muy poco a poco, como una neblina se fue despejando el primer temor, sobre todo las mujeres se mostraron dichosas con los regalos; los cohuori llegaron incluso a cocinar y pudieron comer entre risas. Con el regreso de los cazadores llegó la tormenta. Nampai y Huiñari se mostraron irreductibles en su oposición frente a los cohuori, "ellos mataron anuestro hennano y ahora llegan anuestra casa, ¡ deben pagarpor la muerte de Tagae!, no importa si traen regalos, ¡van a morir!". Aunque no es el momento de analizarlos componentes de la particularley del talión huao, todos los datos a nuestro alcance muestran la relación entre las dos víctimas Tagae-Alejandro, Inés sufrió la suerte de los acompañantes. Omatuki erauna niña, pero puede recordar con toda lucidez ese momento, no en vano todos los niños danzaron alrededor del gran cohuori que se resistía a morir... "Era fuerte, tuvieron que clavarle muchas lanzas". 10. Los habitantes de la casa deshabitada Que los petroleros y sus aliados nos ocultan más de lo que nos dan, o si se quiere, que nos dan gato por liebre, es una verdad de catecismo. No conviene olvidarlo. Porlo general elmisionero suele seruna alma cándida, aunque puede que también un poquito interesada, mucho más palomo que serpiente, y de tan aves mansas como vamos podemos terminar haciendo el ganso. No lo digo por jugar con las palabras. Escuchando el oráculo de Omatuki no puedo menos de recordar los repetidos rumores nacidos en los campamentos, sobre todo en los bloques de Petrobrás y Petrocanadá, sobre asesinatos cometidos con los huaora– ni. No se me despinta el francés de CGG al que fui a pedir información sobre un cuerpo huao encontrado, según nos decían algunos, cerca de su campamento; el amable técnico me reprochó que nos metiéramos en olla 131

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