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Caperucita. Le entregamos gasolina y una máquina de fotos para plasmar el momento del abrazo de paz o la rendición de Breda. La cosa resultó un poquito más movida. Los del Tigüino recorrieron un camino ancho, a lo largo del cual reconocieron tres tambos tagaeri de caza. Al final dieron con una casa a la que cercaron sin éxito, sus inquilinos huyeron despavoridos, pese a que Babe insistía: - Íbamos para hacemos amigos, les llamamos conbuenas palabras sin que ellos quisieran escuchar. - ¿Pero por qué fueron ustedes armados, por qué saquearon su vivienda robándoles lanzas, pájaros, hamacas, bodoqueras... ? -le preguntábamos a un impasible huao. En apariencia Babe no parece explicarse por qué salió tan mal su disfraz, ¿porqué tienes los dientes tangrandes?preguntó también la idiota de Caperucita; él siente los mejores deseos hacia sus parientes, pero hay amores que matan. En las fotografías entregadas puede observarse a estos agentes diplomáticos cargando cada uno con su botín; aveces es jodidísima la cufia de la misma madera. Cuando supimos del regreso de la cruzada acudimos al rescate de algún éxito dentro de lo que nos parecía un fracaso sin paliativos. Hubo un momento de emoción, ¡traían consigo una cinta grabada de Alejandro! Habían dado con la familia indicada, aunque su presentación no fue de lo más cortés. Según ellos los tagaeri conservaban la grabadora, sólo que parecía forzada o cortada por un machete, por eso no la trajeron; tampoco recogieron otro estuche con la cinta desparramada e inservible... Además Babe había escuchado, durante sus ratos de acecho a la casa, y pudo recordarlos ante la grabadora, unos fragmentos de los cantos tagaeri al amor de la lumbre nocturna. En la traducción de Cesar Ahua dicen algo así: "¡Cuántos hermanos muertos en nuestra tierra,/ cuántos cuerpos enterrados por estas lomas!./ Ahora llegan los cohuori a invadir la tierra de nuestros muertos./ ¡Esta es tierra nuestra, jamás podrán vivir aquí,/ 129

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