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bíblicamente divertidos, esto es, en parejas. Resuelto el tema de la conversación, quedaba el otro no menos peliagudo del territorio. Las compafiías petroleras peinaban la selva con sus trochas y no podía ocurrir otra cosa, ellos se sintieron atrapados por esa tela de araí\a. Señalando en un mapa los lugares de los conflictos ocurridos desde la muerte de los tres trabajadores en noviembre de 1977, veremos que dibujan una línea casi recta hacia el sur, del Guiyero al Mencaro. Son los testimonios de una resistencia indomable, acaso deses– perada. Mientras quede montafia hay esperanza, la selva ha resultado difícil de domeñar; amparándose en ella, apenas un puñado de sus hijos más aventajados han traído en jaque alas más poderosas empresas. Todos los trabajadores se acordaban de santa Bárbara cuando habían de atrave– sar, aun haciéndolo a la carrera, ese terreno; muy pocos se arriesgaban a permanecer en él. 7. Intentos penúltimos Por la historia de Alejandro podemos saber por un lado y adivinar por otros, la serie de intentos de contacto dados hasta su muerte. No todo fue agua de rosas, el desprendimiento o la buena voluntad no se dieron de manera uniforme. En cualquier caso, después de julio de 1987, algo cambió: se legalizó el territorio huao al tiempo que su causa se hacía bandera preciosa, desde la organizaciones indfgenas a los ecologistas quisieron tomarlos a su cargo; pronto se suspendieron las exploraciones dentro del Bloque 17; después nació ONHAE, la organización propia de los huaorani, etc. La opinión de los misioneros ha sido la de no alentar expediciones ni contactos con gente ajena. Creíamos conveniente dejar en pai al grupo, vigilar en lo posible cualquier agresión contra ellos, retrasar si estaba en nuestra mano la explotación petrolera del área, controlar la invasión en la zona, en fin, esperar la reacción de los tagaeri. Creíamos que dejándoles el tiempo y espacio suficientes ellos darían al final el paso más oportuno. Como es natural no todo salió a pedir de boca, los misioneros no tuvimos mayores fuerzas para esta empresa; de todas fonnas nunca la olvidamos. En las crónicas domésticas quedan los pormenores de todos esos afios. 127
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