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sobre Coca, Babe y su grupo fueron localizados desde el aire por las avionetas del ILV, acosados por sus regalos yvoces desde lo alto. Cuentan los evangélicos que aquel joven rechazaba con particular denuedo sus cariñosas ofertas. Un día encontraron al grupo fugitivo en una larga playa, la avioneta se precipitó sobre ellos y los técnicos soltaron desde ella un artilugio compuesto de micrófono y altavoz capaces de propiciar una conversación entre los huaorani con el pájaro parlanchín. Pese a reiterarle ofrecimientos de lo más convenientes, les respondió, blandiendo su lanza desde la playa, una figura imponente con un chorro de gritos: ¡Arrancaré la piel de todos vosotros! Era Babe, hasta hoy mantiene un discurso en extremo expresivo. No son bravatas. Aunque vive en un lugar bien ajeno a la tradicional escenografía huao (tiene una gran casa de madera construida por los petroleros al más puro estilo colono, cuentan con agua entubada, disponen de generador de luz, equipo de sonido y, en fin, un entorno sorprendente), Babemantiene sobre el quicio de su puerta dos lanzas tagaeri ycuatromás hechas por él. Hace dos añ.os realizó una de sus correrías hasta el Ehuenguno (Curaray) para saldar una cuenta reciente: su hijo que apenas gateaba había muerto devorado por una boa (esto es, ahogado), su nuera también falleció muy joven, ambos hechos mostraban la maléfica influen– cia de algún brujo cercano. Babe y sus hijos lo identificaron en un runa del Ehuenguno, una tarde rodearon su casa para liquidar el pleito. El brujo y su mujer probaron la mezcla nueva de industrias huaorani, lanzas y tiros de escopeta; el hijo del asesinado se salvó arrojándose al río. Después, este guerrero del tiempo ha seguido mezclando, con sorpren– dente clarividencia, elvino viejo con el nuevo. Llegó a Coca para exigir una dentadura postiza, pues sus encías peladas no le dejaban saborear a modo el asado de huangana. Ramoncito, el odontólogo famoso por su parsimonia y por su bilocación (a un tiempo veía el partido de fútbol en la televisión y manejaba el tomo), sufrió muchos apuros con el cliente. Babe quería salir a la primera con dientes y amenazaba con llegar acompafiado de su lanza la próxima ocasión; a pesar del bisbiseo de sus encías Ramoncito le entendía todo. También utílizó la recomendación de su lanza para negociar repetidas veces con los petroleros sus vecinos, e 123
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