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Recogiendo el hilo de la anterior, diré que los hijos de Ñihua lancearon a su vez a Kimontare y hubieran hecho lo propio con sus primos de no ser porque éstos pusieron tierra por medio de tanta venganza. Tal es el nacimiento del grupo de las gentes de Tagae, a quienes se llamaría más propiamente Taga-iri; el hijo del caído Kimontare arrastró a sus hermanos río abajo prometiendo que volvería a ejecutar su represalia. Todavía hoy en Dayuno, Dabo, el hijo de Ñihua, tiene a veces malos sueños. Ve a su primo Tagae alzado ante él con una filosa lanza roja en su mano... Dabo no debe temer, como no sea al espíritu del muerto. El 28 de diciembre de 1984, Tagae murió desangrado en plena selva, tratando, sin conseguirlo, de alcanzar su casa con las vísceras atravesadas por un balazo disparado por el cohuori Dahua. Esto también está contado en el capítulo de ¿PUDO SER ASÍ? Los tagaeri defendían su río Shiripuno y atacaron la canoa de la compañía CGG cuando surcaba, iba de motorista un runa llamado Dahua. Cuando se sintió lanceado éste defendió su vida y acertó con un disparo al huao que acercaba a rematarlo. También esa muerte, anónima para los cohuori, sentidísima para los implicados, iba a producir el 21 de julio de 1987 otras dos muy recordadas entre nosotros. Pues no otro es el prólogo del último día de Alejandro e Inés, aunque ellos no podían saberlo. Mucha gente les había escondido información, por diversos motivos. Ahora alguien ha entrado enlacasa donde sus matadores conservan los recuerdos de aquel día y de otros asimismo terribles para el cada vez más exiguo grupo. Encontraron la grabadora de Alejandro, casi todos los regalos de aquella fecha tan llena de esperanzas para él; pero sobre todo hallamos una persona que pudo ver cómo eran muertos ante sus ojos los detestables cohuori que muchas lunas antes habían asesinado a Tagae, uno de sus guías. 4. El tigre de Babe Quizá el título le calce bien a Babeen ambos sentidos tal como quiero explicar. Pues se trata de un guerrero a la antigua usanza aunque ahora se encuentre en excedencia. En tiempos de las últimas acciones huaorani 122