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Ese guerrero se llamó Arutam, como uno de sus espíritus. Era shuar y fue asesinado hace ahora dos años. Su aparición entre estos runas enseftados a todas las resignaciones fue la de un arcángel terrible. Vino a traer el fuego a la selva y un fulgurante machete de dos filos. Arutam no pudo ser bondadoso. Leía frecuentemente la Biblia pero sólo en sus libros guerrilleros; como otros proclaman únicamente los versículos tolerantes de las mayores esclavitudes. Él forzó a un pueblo asustado a coger las atmas e infundir respeto. Adiestró durante unos meses a asombrados jóvenes de distintas comunas a los que llamó Ejér– cito Indio de Liberación Amazónica. Esa tropa, asistida por una intendencia integrada de mujeres cocineras, ancianos y nifios, reconquistó algunas tierras invadidas por colonos aprendiendo al mismo tiempo un ancestral oficio ya olvidado: guerrear. El indio no ha sido libre si no ha luchado. Y ahora los jóvenes veían derrumbarse algunos terrores viejos como cicatrices en sumemoria de esclavos: las balas son imparciales. No sólomatan al indio como siempre lo hicieron, también son fatales para los blancos. Tres colonos murieron en esa prueba aunque seguramente no eran culpables. Los generales suelen estar lejos del frente. Arutam estuvo dispuesto a sacrificar no ya un hombre, sino a todo un pueblo para conquistar la libertad indígena. Libertad a la que estos runas no aspiran. Desconcertó a los misioneros -acostumbrados a las profecías del pasado, es decir, irreales- poniéndolos ante la amarga elección de los hechos violentos. Quiso que Alejandro, nuestro obispo, pasara revista a sus tropas, pero no aceptó su discurso pacifista e insistió en la vocación a la rebeldía atmada cuando fuera necesaria. Como legítimo guerreno no fue precisamente feminista, pero quizá fuera perdonado por su indesmayable afición a las hembritas. Así, aunque su vida entre nosotros no fue larga, tuvo tiempo para añadir algún nombre femenino a su historial de conquista. Ya que no suscitó amor entre los quichuas sembró coraje y disciplina. También un poquito de odio, con el ají ardiente que toma el cazador paramirar sin miedo a los ojos del tigre. Arutam fue cazado como un sajino, ametrallado a traición en la selva por policías emboscados. La agonía fue breve, mas tal vez tuvo tiempo de 10

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