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adecuada. Si pretendemos recuperar en ella sólo su pasado le daremos muerte definitivamente, quedará momificada en una vitrina para cadáve– res eternos. Mas si queremos que viva deberá nacer en un barro nuevo, mezclándose con las impurezas de estos tiempos, idéntica y distinta, en las manos actuales de las indias artesanas. Quien tenga ojos, vea. Observe a los adoradores del pasado, estatuas de sal conlavista atrás, que quieren conservarel vino nuevo enlos pellejos antiguos.Mire después con atención aquienes proponentirarodres y vino, para pasarse con armas y bagajes al reino triunfante de la-coca-cola. Viva la especie, desaparecida la diferencia. Entienda. Elija o rechace. Apueste. ¿Puede alguien volver al seno de su madre para nacer de nuevo? Quien tenga oídos, oiga. Crean. ARQUEOLOGÍA CIENTÍFICA Por estos pagos Cicame fue un adelantado en algunos aspectos, sin ir más lejos en lo tocante a la conservación del patrimonio arqueológico de la zona. Imbuido de una constancia de hormiga reunió vasijas omaguas y fragmentos desconocidos, aventuró interpretaciones y, después de todo, ordenó algunas piezas del antiguo rompecabezas amazónico. Tal excen– tricidad divirtió mucho a los indios durante un tiempo y a no pocos nacionales les parecióuna humoradapropia de gringos siempre propensos a las rarezas. Paso a pasito Cicame logró una colección sorprendente. De una tierra considerada propia de salvajes, desnudos no sólo de vestido sino carentes de realizaciones estéticas, se extrajeron fantásticas crisálidas mortuorias, platos, bandejas, ollas, que habían vencido al devastador tiempo de la Amazonia y al más temible de la ignorancia ajena. A ojos de algunos la extravagancia primera se hizo sorpresa, enseguida interés; después los intereses creados están tejiendo una comedia en torno nuestro con la que ahora no pienso aburrirles. Sólo describiré una escena. 114

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