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les, sabios en tomar el rábano por las hojas, me parece a mí que dan una en el clavo y ciento en la herradura. Caso frecuente cuando se refieren a los huaorani, a los que llamamos nacionalidad o pueblo; eso al hablar de unos clanes que muy recientemente dejaron de pasarse entre sí una tarjeta de visita en forma de lanza. Con todo, esas 1.200 personas, restos de un penoso naufragio histórico, conservan las sefias de identidad suficientes, el territorio, la voluntad de seguir fieles a su origen, a su propia evolución. Uno entre sus problemas es el tiempo. El suyo ha sido equivalente a la imperceptible derivación de la naturaleza; les llevó siglos trocar la enramada provisional por la choza de palma y hasta hoy no les hizo falta pasar a mayores. El Renacimiento no se dio acá, ni la natura es dada a modas, sino más bien tradicional. Por tanto seguimos con un régimen alimenticio de sota, caballo y rey, mientras por ahí ustedes no saben qué inventar en la restauración gastronómica. O sea, se trata de la carrera del cuento entre la tortuga y el venado. Ya sabemos que ganará la tortuga, pero entretanto, ¡qué sinsabores para estos hijos de su madre Eva! Este cerco de los cohuori o invasión de marcianos, aprieta tanto sus tierras, costumbres y vida como si de un tranco, debieran codearse vascos y andaluces, irlandeses e hijos de laGranBretafia, Gadafi y Bush, la pantera y el cabrito, Sodano y Boff. ¿Pueden imaginarlo? Pues algo así está intentando una cuadrilla de jóvenes huaorani con la ONHAE (Organización de la Nacionalidad Huaorani en la Amazonia Ecuatoria– na). No es cosa fácil escribir en el agua. Pero como ni ustedes me entienden, ni yo lo pretendo; prefiero confundir todo poniendo un ejemplo. Quizá pueda verse en él no sólo cómo ellos interpretan la muerte de forma bien diferente a la nuestra, también les veremos negociar rompiendo todos los códices que los especialistas han asignado al buen salvaje. Les encanta contradecir a los sabios y ponerse el mundo por montera. No hace mucho ocurrió una desgracia en la Vía Aucas. Varios dirigentes de Onhae viajaban en una ranchera cuando uno de ellos - Eugenio Kemperi, secretario- cayó por un costado del vehículo y se desnucó. Tales casos son meridianos para nosotros y, por si fuera poco, 110

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