BCCCAP00000000000000000001194

tan insoportable que los confundidos predicadores, "con el estorbo impon– derable de la variedad y barbaridad de las lenguas" indias (Juan Magnin, 1740) tenninaban con los cables cruzados. "Los idiomas particulares son más en número que las muchas naciones que habitan el Putumayo", dice uno de ellos abandonándose al desánimo y a la ensoñación. Los dedos se les hacían huéspedes. No podían creer aquellos ciudadanos del ombligo del mundo que en tierras habitadas por genéricos salvajes pudiera haber muchos más idiomas que en su continente. Desde luego las lenguas fueron mayor obstáculo que el clima ("lo que más enfada en esta montaña y la hace casi inhabitable es la multitud y variedad de insectos; Napo hierve en mosqui– tos, sólo los cerros se hallan libres", se lamentaba el citado Magnin) para la conquista de almas. Por tanto muchos misioneros se dieron arte para introducir en la maraña de pueblos amazónicos una lengua general por más común, pronunciable y fecunda. En eso no hacían sino imitar la imposición lingüística inca dentro de su imperio andino. Pero entonces hemos de constatar desde un comienzo que muchas lenguas indígenas actuales, el quichua sin ir más lejos, no son en la Amazonia idiomas de origen sino de imposición. Porotro lado, ¿existe algúnmétodo pedagógico más practicado? Ya lo dijimos, en el inicio era el caos, las aguas lo cubrían todo y estaban sin vida. Dijo Dios: ¡llénense de peces! ... y desde entonces el pez grande se come al chico. Pero ni siquiera aquella operación lingüística resultó agua de rosas. Los pueblos, por pequeños que sean, resultan muy suyos, duros de pelar como cocos, testarudos en sus costumbres, rudos e inconstantes para las nuevas. Acosta, a un tiempo optimista y desalentado, concluía no sin ciertamelancolía, "a los racionales les·salva su entendimiento y la justicia de Dios, a estos irracionales lamisericordia divina". De cada nación nueva que los misioneros visitaban apresaban algunos muchachos para llevarlos a sus colegios de intérpretes, hasta que el fraile aprenda el nuevo idioma o la lengua general se introducía poco a poco por medio de los neófitos. Estos jóvenes eran los llamados "lenguas", intennediarios tan propensos a la tergiversación y, aún más a la huida, que se hizo moneda común el 108

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz