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- ¡Quietos! -les grita una señora gordezuela y sonriente a la luz del chimbuzo. Y a nosotros: pasen ustedes, soy Barbarita. - ¿Está su esposo? Andamos buscando posada, nos cogió la noche. - No está, pero pasen no más. Pueden quedarse. Y lo que son las cosas, si el Arsenio estaba de nones, con la lengua pegada al paladar, (cosa de esperar con aquel bebedizo en vez de chicha), a la Barbarita esta se le tira del hilo y se va de canilla. Qué simpatía, qué chicharra, todo fue meter baza y no quedársele nada en el estómago. Con lo cual nos enteramos de la novísima industria que se traen entre manos estos runas hasta hace poco echados del mundo. Todo empezó cuando el flote! Orellana, el barco turísticomás postinero del Napo, largó amarras de la zona de Pompeya y no paró hasta atracar en estos lugares. Por allí estaban asomando ya las carreteras petroleras, los trinos se trocaban en ruidos, los guacamayos en garrapateros; a los turistas no les gusta que le den el pego, ni toparse con cualquiera. Caminaban por la trocha prometida exclusiva, en busca de la tierra que mana leche y pájaros, pendientes de encontrar la mítica danta y se daban de narices conuno de intendencia, cazador de cuanto se ponía atiro. Osea, el fin del mundo ecológico. Los empresarios de Transturi, listos como el aire, enseñados a ver el pelo a un huevo, rastrearon en el mapa otro edén animal que ofrecer, al precio que fuera, a los nuevos adanes y evas acambio de dejarles como en el paraíso, es decir, en pelota. Nada más natural que eso. Así dieron con el último valle, este recoleto refugio de animales dentro del cual Barbarita ysu clan estaban tan solos como hongos. Ysucedió lo que tenía que pasar. Como todos los sencillos que en el mundo son, llegaron las novísimas deidades y el grupo de nuestra gordezuela anfitriona salió rezando, "¡Bienvenido Mr. Marshall!", creyendo alcanzar con esta nueva interce– sión la vida perdurable. Les metieron por los ojos un mundo de objetos necesarios (escuela, botiquín,motores...) ylesdieronjarabedepico,largas y, ¡ay!, sobre todo, trabajo. Estos bizarros caballeros andantes, a quienes muchos han con– fundido con holgazanes y faltos del deseo de trabajar, cuando lo que, por 104
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