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circulares donde las aguas quietas reflejan con tal propiedad el cielo que uno duda de su exacta posición. Caímos a una sima de fantasía, el agua es un cielo donde se persiguen las nubes negras a topetazos de carneros. Suenan los truenos. ¿Navegamos en posición invertida? Y a todo esto ... - ¿Dónde quedó el río y la salida? -No sé -ríe Santos. Más de uno se perdió aquí cuando vino a pescar sin conocer bien el paraje. Para el motor yla canoapermanece quieta, como un pescado axfixiado por el barbasco en la poza inmóvil. Santos toma puntos de referencia. - Nos salimos del cauce. No podemos estarmucho más o nos cogerá la noche. Remamos con suavidad rastreando algún indicio de la corriente escondida, al fin acuden en nuestra ayuda los copos de algodón que nievan desde los ceibos. Siguiendo esa indecisa fila de hormigas blancas llega– mos, no sin errores, al hilo del río. Llevamos más de tres horas navegando por este sartal de lagunas y, sin embargo, no pasamos del inicio. Recuerdo haber leído en el diario de un misionero: "elmejor camino de entrada a los infieles del Jubineto, aunque lleno de atajos y lagunas, resultó ser el río Puequeya". Mi compadre aquel conoció sin duda y sin motor, que es aumentarla, la perplejidad del laberinto de este río, de estos indios. Sólo que a él le sucedía en 1741. Como decíamos ayer. Estoy pensando en él y en otros "varones fascinados" (en palabras del chino Chinicuro) que conocieron aquestas brefias, donde acaso hubo más fascinación (engafio, ofuscamiento) que sabiduría. No alcemos el gallo, en parecidas estamos todavía. Pues si antafio los varones resultaron fascina– dos por las almas, pero también otros a causa de las mujeres ajenas, la facilidad de mano de obra barata, las pieles de lagarto o el aceite de los manatíes, ahora no les andamos muy a la zaga, si es que no los superamos. Pues estas lagunas, ay dolor, que ves ahora tanesquilmadas de peces como vacías de indios, fueron durante siglos una fantástica piscifactoría. La riqueza de sus aguas era legendaria y aella acudían como alugar sagrado, incontables indígenas para adorar ysaborearlomismo huevos de tortugas como al divino manatí (la carne de siete sabores, todos regios), o el paiche 101
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