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Llamada por pereza mental 'la conquista', cuando las peleas y reconquis– tas, acá como en toda casa de vecino no habrán cesado hasta hoy. Para muestra este botón donde la pugna de topónimos nos habla de bofetadas repartidas por doquier. Cuando los blancos llegaron donde ahora estamos, estos parajes tenían pornombre (asílo dejaron escrito en sus crónicas) Puequeya, lo cual viene a decir lo mismo de arriba, sólo que en lenguaje encabellado; sus ocupantes de entonces. Hoy los llamamos sionas-secoyas (a quienes, por cierto, no se les pennite acceder a éste su reservorio tradicional de pesca). Se trata de un río negro, ahíto de hojas podridas y de fábulas; río con escasa vocación de tal, pues según da a los ojos permanece casi inmóvil. Apenas susurra su antigua historia que se mantiene intacta para quien pueda seguirla. Quien tenga ojos, oídos, vea y oiga; quien disponga de paciencia, desenrede el ovillo y sea, además, astuto, ponga migas de pan para señalar el camino de Pulgarcito en su selva de cuentos. Que éstos son muy lindos con tal que uno no se pierda entre ellos. Ya digo, este cauce es un laberinto tiznado, se enrosca en vueltas interminables, abrazado a una selva intocada. Hoy el cielo nos regala escenarios de tormenta, tramoya digna de los mejores dramas o tragedias humanas, sol y nubes cárdenas disputándose el aire, los colores, la selva. Casi no suena el motor, aletargado también por la parsimonia, curioso de escuchar los lenguajes innumerables del río y su ribera. Al poco, obser– vamos el chapoteo juguetón de los bufeos, delfines de aguas dulces, recordándonos su ilustre genealogía marina, cuando la Amazonia era un lecho de aguas salobres acunado entre murallas vegetales. ¿Siguen ustedes el dédalo de la edad interminable?, ¿no resulta encantador, aunquemostrenco a la par, querer reducirficción tan pasmosa y prolongada a la retórica política del 92 y sus 500 afios? ...Y de pronto, el río desaparece como tal, metamorfoseándose en una sucesión de lagunas. El reino de la aguas ganó su pulso y la tierra ha desaparecido, la sentencia del diluvio sigue en firme aquí; no queda un metro de terreno seco, todo es selva anegada. Hay una infinidad de cafios, túneles abiertos en la oscura frondosidad, a veces amplios espacios 100

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