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tampoco existe. Para nosotros la naturaleza es una pintura de fondo, una decoración, esto es, una abstracción; para ellos sólo existe el drama, la acción. Cada uno de los árboles del bosque sale al escenario y se vuelve personaje de sus leyendas, de sus vidas. La diferencia entre telón de fondo y protagonistas es lo que da a sus palabras una halo de irrealidad que podríamos llamar poesía. Oigamos a Orlando Hualinga: "Yo me sentaré en el raíz a esperar al viento, al viento del mundo. Veo la sombra del viento". LA PENÚLTIMA UTOPÍA La penúltima creyó en la ecología. Buena parte de los jirones de la izquierdadesencantada encontró una nueva causapara no morirde hastío. En Europa esa lucha se tifie de presagios realistas: lluvias ácidas, ríos muertos, ciudades aplastadas porla atmósfera irrespirable del progreso... Si la ecología no resulta todavía lucha por la vida, es ya pelea por esa llamada 'calidad de vida'. También el hacer posible el mafiana que de otra fonna acaso no llegue, pues entre los aerosoles y sus agujeros en el ozono queda el porvenir hecho unos zorros. En fin, Vds. sabenmás de todo eso. En estas naciones la ecología es derivada, como tantas cosas; algo, así como la sombra del progreso. Existen algunos ecologistas de convicción y una respetable mayoría parecen serlo de oído, o sea han oído campanas yno sabendónde. Como típicos deriv~dos de la izquierda se descomponen ágilmente en células capaces de un alboroto inversamente proporcional al número de sus componentes. Los ecologistas extranjeros sentaronaquí suslaresenlas islasGalápagos ehicieron de ellas el zoomás extenso del mundo; es decirunbuennegocio. Tanto que quizá allí se invirtió el orden creado y un dios mucho más a la usanza ecológica dijo a los animales: "¡multiplíquense y llenen las islas!, 98

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