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Así, pues, siguiendo el ejemplo del noble afecto de Francisco y Clara, los Capuchinos se deben distinguir por la cortesía, el respeto y el sentido de justicia hacia la mujer 26, actitud propia de quienes saben comportarse y ver en la mujer el complemento del hombre en auténticas perspectivas humanas y de fe. La vida de san Francisco de Asís es rica en ejemplos de viril afecto con el que supo responder a Clara y sus hijas, a fray Jacoba, a la madre y hermanas de sus Hermanos, etc. "La amistad es un gran don y favorece el desarrollo humano y espiritual. En virtud de nuestra consagración y por el respeto debido a la vocación de aquéllos con quienes nos relacionamos, evitemos ligarlos a nosotros; más bien seamos nosotros quienes nos entreguemos a ellos. Así se crea una amistad liberadora, no destructiva de la fraternidad" 27 • El punto 4 y final de la constitución 172está redactado en los siguientes 26 "Nuestras Constituciones, redondeando una frase anterior, nos dicen" "A ejemplo del noble afecto del hermano Francisco a la hermana Clara, nuestra actitud con las mujeres sobresalga por la cortesía, el respeto y la justicia" (l 72,2). Cortesía y respeto, exacto. A esta expresión las recientes Constituciones añaden una palabra: "Y justicia". De pronto se dibuja la sorpresa en nuestro rostro. ¿Justicia? Sí, justicia; que la benevolencia mostrada a las mujeres no oculte una cierta condes– cendencia, como quien se inclinara generosamente hacia el segundo rango. Así pues, frente a la mujer: cortesía, respeto y justicia. Se evoca en el contexto el noble afecto que el hermano Francisco profesó a la hermana Clara, si bien las mujeres aquí referidas no sean en exclusiva "las religiosas por estar consagradas a Dios" (preferencia mencionada por las Constituciones), sino sin más las mujeres". GRÁNDEZ, R.M., o.e., p.274.275. Agradecemos al Padre Grández esa acertada interpretación que da a la expresión "y justicia", tan a tono y de acuerdo con el sentido reivindicativo de las mujeres de hoy. Hemos escrito, en referencia a los votos secularizados o simplemente vividos en diversa situación o aspecto socio– cultural, distinto de nuestro pasado, y concretamente en tomo a la castidad: "La castidad secularizada nos acerca al delicado campo de la lucha por la superación del goce instintivo; nos introduce en el apasionante contexto de la valoración y aprecio de la persona humana en sus más ricas y profundas expresiones y, más en concreto, nos compromete en la lucha por la promoción de la mujer, reconocida su igualdad y dignidad, semejante a la del hombre, y en la búsqueda por situar a la mujer correctamente, en el puesto que le corresponde en la sociedad y en la Iglesia". ARA,S., La formación para la vida religiosa capuchina en la situación actual, en Estudios Franciscanos 94 (1993) 408-409. 27 Constitución 172,3 94
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