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Característica, pues, o nota del capuchino cercano al pueblo, en fraternidad, ha sido la del cuidado de los enfermos. Sobre este particular dispone la constitución 100,3: "En efecto, a ejemplo de san Francisco, que tuvo una gran compasión con los pobres y también de los iniciadores de la fraternidad capuchina, que asistieron a los apestados, debemos vivir cerca de los hermanos necesi– tados, sobre todo enfermos, dispuestos de buen grado a prestar un servicio fraterno" 113 • Los drogadictos, los afectados por el SIDA, los alcohólicos, etc. serán objeto del servicio y cuidado fraterno del capuchino, como" apestados de hoy"; también los ancianos y enfermos que corren el riesgo de ser "eliminados" por la técnica moderna que se esconde bajo el eufemismo de eutanasia. El punto 4 de la constitución 100 que se sitúa en atención a los acontecimientos y sucesos de nuestros nuevos tiempos, así como a las corrientes de pensamiento e ideología que, en algunas ocasiones, se muestran contrarias al sentir de la Iglesia, su moral e incluso a la ética cívica, dispone: "Conscientes, por otra parte, de que la providencia divina se manifiesta a los hombres no sólo en los acontecimientos y sucesos, sino también a través de las corrientes de pensamiento y de las ideologías, consideradas como signos de los tiempos, debemos mirarlas con apertura de espíritu y confianza, de modo que cooperemos así a la presencia de Dios que actúa en la historia del mundo y en la evolución de la sociedad". Concluye el punto 5: "De este modo, siendo sinceros en el amor, seremos testigos de la esperanza en el Señor Dios y colaboradores de los hombres de buena rn "San Francisco y los leprosos; los primeros capuchinos y los apestados: dos referencias estimulantes para acercarnos -acercarse es muy poco, hay que decir vivir, convivir- a los estratos más humillados de la sociedad. Las multitudes de marginados, por mucho que haya evolucionado nuestra sociedad, nos rodean y oprimen. Ir a los dolientes de la marginación, ir a ese mundo donde están los pobres de los pobres, es vocación de presencia franciscana". GRÁNDEZ, R.M.,Las cartas sobre las Constituciones, o.e., p.176. 77