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Observa el punto 1 de la constitución 100 y añade el 2: 1. "Confiando por encima de todo en la providencia del Padre vayamos por el mundo con tal esperanza y franciscana alegría que se fortifique así la confianza de nuestros contemporáneos" 112 • 2. Liberados de las vanas preocupaciones de este mundo y como colaboradores de la divina providencia, sintámonos obligados a reme– diar con nuestra actuación las necesidades de los pobres y, sobre todo en tiempo de calamidad pública, ofrezcamos a todos los necesitados los servicios y los bienes de la fraternidad". La opción de la Iglesia por una presencia preferencial entre los pobres responde a una exigencia de la evangelización nueva y de siempre. Cuando el punto 2 de la constitución 100 invita a estar cerca y servir a los pobres, contribuyendo a remediar sus calamidades, lo hace en tonalidad fraterna y cercanía del pueblo. Menciona esta característica o nota peculiar del capuchino, cercanía a los pobres, la fraternidad, explicable desde la cultura de origen del carisma franciscano capuchino, como lo es también la nota o característica del servicio o cuidado de los apestados, en tiempo de calamidades públicas, siempre en actitud fraterna. 112 "No hay que olvidar, por fin, que la paz y el gozo de estar juntos siguen siendo uno de los signos del Reino de Dios. La alegría de vivir, aun en medio de las dificultades del camino humano y espiritual y de las tristezas cotidianas, forma ya parte del Reino. Esta alegría es fruto del Espíritu y abarca la sencillez de la existencia, el tejido banal de lo cotidiano. Una fraternidad sin alegría es una fraternidad que se apaga. Muy pronto sus miembros se verán tentados de buscar en otra parte lo que no puede encontrar en su casa. Una fraternidad donde abunda la alegría es un verdadero don de lo Alto a los hermanos que saben pedirlo y que saben aceptarse y que se comprometen en la vida fraterna confiando en la acción del Espíritu. Se cumplen, de este modo, las palabras del salmo: "Ved qué delicia y qué hermosura es vivir los hermanos unidos...; ahí el Señor da la bendición y la vida para siempre" (Sal 133,1-3), "porque, cuando viven juntos fraternalmente, se reúnen en la asamblea de la Iglesia, se sienten concordes en la caridad y en un solo querer". Este testimonio de alegría suscita un enorme atractivo hacia la vida religiosa, es una fuente de nuevas vocaciones y un apoyo para la perseverancia. Es muy importante cultivar esta alegría en la comunidad religiosa: el exceso de trabajo la puede apagar, el celo exagerado por algunas causas la puede hacer olvidar, el continuo cuestionarse sobre la propia identidad y sobre el propio futuro puede ensombrecerla". La vida fraterna en comunidad, 28. 76

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