BCCCAP00000000000000000001193

trabajo, otro tiempo dicho manual, hoy preferentemente mecánico, permí– te o no ese divagar y ejercitar la mente en recuerdos o meditaciones espirituales, incluso hablando con Dios o leyendo algún libro piadoso que se pueda oír atentamente con gran modestia y caridad 32 • Mecánico es el trabajo manual, el exigido por una máquina de escribir u ordenador, ¿dónde puede estar la mente? ¿Se puede apelar a la tradición primitiva de los Hermanos para rogarles estén dispuestos a actuales tareas, llamadas domésticas, o al trabajo manual exigido por una máquina electrónica'?. ¿Es un acercarse al mundo, ya no del proletariado, sino del trabajador de guante blanco? ¿Lo intelec– tual deja de ser trabajo? ¿Lo pastoral'? Cabrían tantas preguntas 3 '. Volvemos al argumento central presentado en la constitución 78, el del empeño por responder a la vocación individual o personal y de la Orden en la Iglesia. Y a este respecto se concretiza en la citada constitución: "3. Los superiores, atendiendo a las dotes y cualidades de cada uno de los Hermanos y a las conveniencias de la fraternidad y de la Iglesia, concédanle la oportunidad, dentro de lo posible, de especializar en determinadas disciplinas y proporcionen gustosos los medios y el tiempo para ello. 4. Procuren también los superiores, por el bien de la Iglesia, de la Orden y de los mismos hermanos, atender a la oportunidad y pericia de éstos al distribuir los oficios y cargos, y no los aparten con facilidad de los trabajos en que están especializados". 32 Ésos son los términos en los que se expresan las Constituciones de 1920,93 " Escribe el padre Grández, al concluir sus observaciones en tomo al tema y problema del trabajo manual: "Se palpa que por dentro hay un problema. Se palpa que se quiere precaución frente a la "moda" del trabajo manual. .. Además, frente al peligro de esa moda, las Constituciones de 1982 han introducido en las líneas anteriores una frase de reivindicación del trabajo intelectual en la Orden que peligra. Se dice: "La actividad intelectual, como los demás trabajos, debe conside– rarse como expresión del dinamismo vital de la persona" 78, 1. La Orden se abre camino, con miedo, con precaución. No podemos más. Tienen que venir los sabios pensadores, los que están viviendo estas realidades con signo nuevo, quienes nos vayan enseñando algo que, al parecer, nos encontramos débiles para escuchar", GRÁNDEZ, R.M., Cartas sobre las Constitueiones, o.e., p.! 52- 153. 25

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz