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Así se expresa la constitución 167 en los puntos 4 y 5: 4. "Pongamos en Dios, sumamente amado, toda nuestra esperanza si alguna vez padecemos estrecheces, persecuciones y tribulaciones por dar testimonio de vida evangélica. 5. Impulsados y sostenidos por el Espíritu del Señor y su santa opera– ción, como pobres y hombres de paz, acometamos con valentía grandes iniciativas, seguros de ser premiados por Dios si perseveramos hasta el fin". Conclusión Cerramos y concluimos la reflexión en torno a los tres consejos evangélicos de castidad, pobreza y obediencia, capítulos XI, IV yX de las Constituciones de los Hermanos Menores Capuchinos, con unas brevísi– mas consideraciones en las que buscamos presentar los valores más destacados y, también a un mismo tiempo, las deficiencias más sentidas, descubiertos los unos y vistas las otras en el examen crítico-valorativo de la regulación de los tres votos, profesados en la peculiaridad franciscano– capuchina. El capítulo XI "Nuestra vida de castidad consagrada" ofrece una novedosa visión de la castidad frente a la posición radical de un pasado, anquilosado y obsesionado por los "peligros de sexo" y de la mujer que insistía en los aspectos negativos de la castidad consagrada y olvidaba de recordar y proponer este consejo evangélico como insigne y precioso don, gracia concedida por el Padre a algunos, en expresión de la "Lumen gentium "42, de la "Evangelica testificatio" 15 y del "Perfectae caritatis" 12, etc. Este mismo capítulo XI se suma y "sucumbe" en el "complejo actual" de quienes no se arriesgan a presentar proféticamente el consejo de castidad evangélica en su expresión mínima: la del voto de castidad o compromiso público de perfecta continencia en el celibato, vivido franciscanamente por el Reino de los cielos. No se decide tampoco por la "regulación" u oferta de los medios más destacadamente espirítuales, ayuda no sólo para conseguir una madurez afectiva, sino para hacer posible sobre todo, la donación a Dios y al prójimo que son la expresión 155