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Los superiores y los súbditos, los ministros y los Hermanos se deben esforzar por mantener entre ellos una gran familiaridad, por servirse y por obedecerse de buen grado unos a otros; por descubrir y valorar sus distintas y ricas personalidades, estima fraterna, condición previa, para que nadie ose decir, suponemos que en negativo, aquello que no se atrevería a sostener con caridad delante del mismo Hermano. Hay que saber crear un ambiente de familia y de respeto mutuo y, sobre todo, de amor recíproco y "Obrando así, seremos en el mundo, que debe ser consagrado a Dios, signo de aquella caridad perfecta que se vive en el Reino de los cielos" 124 • El mundo secularizado, el nuestro, está necesitado de que la obediencia aparezca como el final de un proceso de maduración humana, voto "secularizado", por el que se busca encontrar un consenso en el que el religioso renuncia a sus visiones particulares, para centrarse en la visión del superior y de la comunidad, fraternidad en lenguaje franciscano– capuchino, y todos se empeñan por presentar el querer de Dios, es decir, la mejor solución para el grupo 125 • Un testimonio de vida verdaderamente evangélica ymás, en el supuesto que reflexionamos, el de la vida de obediencia, es siempre posible, cuando se cuenta y se tiene la fuerza del Espíritu del Señor que invita al seguimiento de Cristo, mediante el esfuerzo de vivir e incluso abrazar sus huellas, camino de sufrimiento y cruz. 124 Constitución 167,3 12 ' Véase ARA, S., La formación para la vida religiosa capuchina en la situación actual, en Estudios Franciscanos 94 (1993) 391-451, donde concluimos la breve exposición del voto de obediencia, en cuanto secularizado, escribiendo: "El voto de obediencia ha podido ser explicado y entendido como acto ciego ante decisiones, en algunos supuestos, incluso irresponsables e irracionales por parte de superiores pagados de su autoridad. Hoy, el voto de obediencia es conceptuado como una expresión de búsqueda sincera de una solución correcta, voluntad de Dios; en algunos casos, más bien extraordinarios, también como aceptación de la cruz, querer de Dios, pero, generalmente, exigencia de superación de la posición estrictamente egoísta y personal, en aras de una opción querida y exigida por el bien sobrenatural que persigue la agrupación o instituto religioso, mediante el concurso de la voluntad del súbdito y del superior que son miembros del mismo" Ibídem, p.406-407. 154
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