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La realización correcta de la corrección fraterna es tarea difícil, dura para quien la recibe, y molesta para quien se siente en la obligación de hacerla. Establece la constitución 160 en los puntos 1 al 3: 1. "Ejerzan con firmeza, y a la vez con mansedumbre y caridad, la obligación que les compete por la Regla de amonestar, confortar y, cuando sea necesario, corregir a los hermanos. 2. Procuren corregir en privado los defectos de cada hermano mediante el diálogo fraterno, teniendo en cuenta de la persona y de las circunstan– cias de los casos. 3. Los hermanos por su parte acepten de buen grado la corrección de los superiores para provecho del alma". Los superiores, al ser conscientes de las posibles debilidades de los Hermanos y saber de sus dificultades, por ello mismo no dejen de prestar a estos Hermanos el servicio de la animación espiritual que supone un acercamiento "doloroso'', para ayudarles, corrigiendo, a ser fieles al proyecto del Padre. Los nuevos estilos de cultura o modos de ser, postmodernidad, exigen diálogo y, desde luego, el tener en cuenta la dignidad de la persona y su modo de ser y sus circunstancias. Este mismo estilo de vida y de seguimiento de Cristo en modernidad está exigiendo que los Hermanos, a su vez y por su parte, acepten de buen grado la ayuda ofrecida en la corrección, hecha para el provecho del alma, expresión de poca actualidad. La misma constitución 160 apunta, en el punto 4, hacia el método y modo que hoy va tomando cuerpo en distintos lugares y diversas circuns– tancias, la reflexión de los defectos o faltas, particularmente del grupo, entre los capuchinos fraternidad que vive en común. Este modo o método, especialmente estimable entre los capuchinos, es el del capítulo local, discernimiento comunitario, momento y lugar donde se debe buscar la aplicación de los remedios eficaces para la enmienda de unos defectos sobre los que se ha debido informar previamente, de forma sincera y discreta, en armonización respetuosa de los derechos de la persona y de la fraternidad 106 • 10 ° Concluye el P. Rizzatti su exposición en torno al tema de la humildad y caridad, como virtudes propias del superior o autoridad: "Il superiore deve ricordare che, se suo dovere e anche quello di correggere, suo 143

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