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número 60, puntos 2,3 y 4: 2. "Trátese en los Capítulos, de modo especial, sobre el uso social de los bienes confiados a las fraternidades, tanto del dinero como de las casas o terrenos, que hemos de emplear gustosamente para utilidad de los hombres. 3. En efecto, nuestra pobreza individual y comunitaria, para que sea auténtica, debe ser expresión de una pobreza interior que no necesite interpretación. 4. La pobreza exige un modo sobrio y sencillo de vida, por ejemplo en el vestido, en la comida, en la vivienda, y la renuncia a cualquier forma de poder social, político o eclesiástico". El punto dos de la constitución 60 responde al compromiso de querer compartir los bienes, a nuestro uso, con los demás, solidaridad, expresión moderna o postmoderna, como más guste, que sustituye al término "caridad". La frase usada para animar a los Hermanos a que traten sobre el "uso social" de los bienes "confiados" a las fraternidades, no parece técnicamente correcta. Los bienes "confiados a las fraternidades" tienen de por sí ya una finalidad doblemente social. Primero, porque al no ser bienes privados, sino públicos o eclesiásticos, están destinados a una finalidad, eso, social o pública, a una función social, y, segunda, porque la "posesión", más correcto, el uso de los bienes, en servicio de las fraternidades, sólo se justifica en razón de la función social a cumplir: caritativa y apostólica, previo el sustentamiento, vestido, habitación, formación, etc. de los Hermanos. Hubiera bastado con recordar aquí que esos bienes deben cumplir, verdaderamente, la función social a la que están destinados. Téngase presente que de la entrega de los bienes a los pobres y otros se preocupan diversos números de las mismas Constitucio– nes, entre ellos el número 67, etc. La constitución 60 pide, concretamente, en el punto 3, una actitud de pobreza capuchina que debe ponerse de manifiesto en el estilo o modo de vivir individual y comunitariamente, ya que la pobreza no es sólo cuestión de actitud interior. Es también algo exterior, particular sobre el que se insiste en el punto 4, citando, extrañamente, a modo de ejemplo, el vestido, la comida y la vivienda y, al parecer, de modo indicativo, la renuncia a 107

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