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* El 14 de septiembre de 1834 se presentó violentamente en la villa de Ejea la epidemia del cólera y en poco tiempo, murieron 83 personas. Por este motivo, el 18 de septiembre de 1834, los Capuchinos tuvieron que dejar el convento para convertirlo en hospital. Durante este tiempo manifestaron los capuchinos heróicamente su espíritu de caridad aten– diendo a los apestados. Pocos días estuvieron ausentes del convento, ya que el 16 de octubre de 1834 regresaban de nuevo a él. * Pero poco duró la alegría de los frailes. El último cronista de la Lumen Domus, padre Agustín de Caspe, Guardián del convento, ter– mina así la obra: "El día 28 de enero de 1836, a las 4,30 de la tarde, se dejó el convento y se entregaron las llaves al Sr. Teniente que lo era Antonio Callizo, y los religiosos se fueron a sus casas". La Ley de Desamortización ponía fin a este convento de Ejea. * El convento permaneció varios afíos cerrado hasta que el 28 de agosto de 1842, la Junta de rentas de Bienes Nacionales se lo cedió gratuitamente al Ayuntamiento Constitucional de Ejea para Escuelas de educación primaria. * El 13 de diciembre de 1941, una vez restaurada la Provincia Capuchina de Navarra-Cantabria-Aragón, los capuchinos volvieron a la villa de Ejea, llamados por el Municipio, y en su nombre, por un Patronato de Cultura y Beneficencia. Fueron recibidos con inusitado entusiasmo y se instalaron en una parte del antiguo convento. La primera comunidad estuvo constituida por el padre Serafín de Lezáun, Superior, padre Tarsicio de Abárzuza, padre Martín de Sesma, padre Carlos de Urzainqui, fray Martín de Bedoñ.a y hermano Julián González, donado. Poco después, se unió el padre Justino de Alsasua, como profesor del colegio. Los religiosos se entregaron con espíritu de sacrificio al doble trabajo docente y pastoral. Inauguraron una Escuela Nocturna para muchachos de 14 a 21 afíos y un Colegio para niños de enseñanza primaria. La pequeña capilla atraía a numerosos fieles que acudían a recibir los sacramentos y a participar en las diversas Asociaciones de Apostolado que pronto florecieron. Sin embargo, los Capuchinos duraron poco tiempo. Ante la falta de 62

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