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* El 21 de septiembre de 1629, siendo arzobispo de Zaragoza D. Martín de Terrer, los Justicias y Jurados de la villa de Ejea de los Caballeros dieron licencia y facultad a Don Pedro Aznárez, caballero del Hábito de Santiago, y a su mujer Dª Rafaela León y Baraiz para que en esta villa fundaran un convento de Capuchinos. * El 23 de marzo de 1630, se reunió el Consejo General de la Universidad, singulares personas, vecinos y habitadores de esta villa, loaron y aprobaron dicha licencia y dieron facultad para fabricar el convento e iglesia en aquella parte que mejor pareciese y fuese bien visto a los fundadores. * De la primera residencia temporal de los Capuchinos en Ejea, mientras se construía el convento, tenemos noticias por el cronista de la Lumen Domus que dice: "Cuando los capuchinos transitaban de los conventos de Huesca y Barbastro a los de Pamplona y Tudela, no se hospedaban en casa de D. Pedro Aznárez, sino en la de una señora principal, llamada Dª Ana Francés, cuya casa estaba situada en aquellos vagos de la Torre de Samper, que caen frente a la casa de D. Pedro Arbués y están contiguos a los graneros y corral de casa Mur. En dicha casa tuvieron los Capuchinos su hospicio; allí pusieron campana y reservaron el Sacramento; y de allí se trasladaron al convento, cuando estuvo ya construido". * Los fundadores del convento fueron D. PedroAznárez y su esposa Dª Rafaela León y Beraiz, a cuyas expensas se fabricó. En 1634 hizo D. Pedro Aznárez su último testamento a favor de los Capuchinos. Otros generosos bienhechores fueron D. Miguel Bayetola yCabanillas en el año 1662, D. Juan Guerrero y Aguero en 1689 y D. Florián Lucas Mulsa en 1699. Gracias a los testamentos de estos señores se fue realizando la construcción del convento e iglesia. Según noticias del cronista, el convento tenía este conjunto de dependencias: Celdas, enfermería, hospedería, biblioteca, comedor, cocina, oratorio, tribuna a la iglesia, calentador, soliador o solana en la parte alta, ropería... El titular de la Iglesia era San Francisco de Asís y el sello conventual ostentaba su imagen. 59