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María Jimeno, residentes en Zaragoza, y con ayuda del pueblo. También contribuyó mucho a la fundación el beneficiado de Albalate del Arzobis– po don Francisco Salas, que ingresó en la Orden y en 1750 fue destinado a Calanda. * El convento fue construido en el altozano sur-este, a extramuros de la villa, desde donde se divisa las estribaciones de la Sierra de El Tolocha y la vasta campiña calandina, rica en olivares y melocotones. * Estuvo dedicado a San Antonio de Padua. La Iglesia eramuy capaz y de tres naves. * La instalación de la comunidad fue festejada con la representación de un dance dedicado al Sacramento y San Miguel, escrito para el caso por la notable poetisa calandina sor Luisa Herrero. * El 13 de agosto de 1767, siendo guardián fray Bruno de Zaragoza, firmó el convenio con el capítulo parroquial sobre la asistencia recíproca de los frailes y capitulares a los entierros de sus hermanos. * Parece ser que toda la huerta circundante al convento, que aún rodea una vieja tapia, era propiedad de los religiosos, pues todavía se denomina de Capuchinos en su pedazo sur, lo mismo que una era al oeste. * Cuando la expulsión de los Capuchinos en 1835, la comunidad se componía de 12 sacerdotes, 1 corista, 4 hermanos y 4 donados. * Pocas noticias tenemos de los 85 años de existencia del convento de San Antonio de Padua en Calanda, pero podemos conjeturar que su acción espiritual y apostólica en esta villa y su comarca fue grande. Y buena prueba de ello es la lista de 21 religiosos que Calanda dio a la Orden en su corta existencia. Algunos de ellos ocuparon altos cargos, como el padre Francisco de Calanda, Provincial de Aragón. El 15 de marzo de 1805 fue nombrado por la Santa Sede Vicario General para las provincias de España, falleciendo en el mismo año. Otra ilustre figura capuchina fue el padre Juan de Calanda que ingresó en la Orden en 1786. Fue Guardián de Caspe en 1830 y Provincial de Aragón en 1833, en el Capítulo celebrado en Zaragoza. 35

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