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1 I. ORIGENES DE LA MISION 1. Una Provincia misionera Tenemos datos de la presencia capuchina en Ecuador desde 1873; después se alternan largos años de ausencia y destierro; se reanuda en 1933 sin mucho éxito. Para nuestros propósitos nos basta saber que la Curia General encarga en 1950 a la Provincia Capuchina de Navarra-Cantabria-Aragón la reanimación de di– cha presencia; ese mismo año se erige la Custodia Capuchina de Ecuador. Juntamente en 1950 la Provincia encargada celebraba sus bodas de oro (1900-1950) después de la restauración, efemérides ambientada dentro de otra eclesial, el año santo de Pío XII, con cierta propensión a lo grandioso y dentro de una línea socio– política española de nacional catolicismo que no conviene olvi– dar. Con todo ello, se dio un clima de entusiasmo no siempre consciente, dentro de un año calificado como de bendiciones... La orientación misional hacia el exterior era ya muy importante para ese momento; pese a ello los superiores generales apremiaron a la Provincia para que aceptara ese nuevo campo de acción, el cual absorbería un crecido número de religiosos, sobre todo, cuando desde el mismo se abriera un nuevo territorio de misión, el de Aguarico. Se vivían por entonces los últimos momentos de la misión de Pingliang (China), junto a la pasión de sus misioneros; todos ellos fueron expulsados para el año 1953. La Provincia española había organizado una activa estructura de apoyo misional al estilo del tiempo (roperos, cuestaciones, propaganda en revistas propias, etc.); los religiosos eran muy sensibles a este espíritu. Téngase en 1 cuenta que en ese tiempo el Provincial quiso que los destinos a ultramar fueran voluntarios para lo cual pidió ofrecimientos por escrito. La respuesta fue positiva. Además, por los mismos días, 5
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