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ponerse al servicio de las gentes del área al precio necesario. Esta práctica, común en el Oriente Ecuatoriano, resultó inadmisible para algunos misioneros, ¿no constituía un escándalo frente a la pobreza de 1a mayoría?, ¿se había visto nunca a un menor volando por sí mismo? La discusión se demoró algún tiempo. Al fin, Labaca decidió en 1968 dejar el aparato que ya no serviría para la localización.de los huaorani (en un 80% ya reducidos por el Il.,V) y parecía enfrentarse con el ideal de presencia testimonial o minorítica. Al año siguiente se perdió también el piloto, demasia– do dolido por el desenlace. Que las tensiones del cambio fueron intensas y no resultaron años de rosas, lo dice, entre otros indicios ya señalados, la renuncia del Prefecto Labaca a su cargo "por motivos persona– les"; 14 religiosos dejaron la misión en esta etapa y 17 llegaron a ella; un significativo movimiento. 2.11. Pero terminemos la reseña fraterna con una cita tomada del secretario en una reunión tenida en 1979 en Pompeya. "Existe entre nosotros un verdadero contento en la experiencia de autén– tica fraternidad; cada vez nos aceptamos mejor en nuestras diferencias y descubrimos que la vida cristiano-franciscana pue– de vivirse en la variedad y sencillez". Parece muy representativa del ambiente en conjunto; se trata de un tiempo de luz, por tanto han de existir algunas sombras. 3. Gestos proféticos Los capuchinos continuaron durante este período a disposi– ción de las necesidades pastorales, marcando una línea general de minoridad. Sin duda en el contexto de las misiones ecuatorianas brilló por la ausencia de su poder, siguió siendo la última y más modesta. Apoyó desde el inicio a los colonos pobres venidos a nuestra tierra; no quiso ni tuvo arrestos para iniciar con ellos un papel directivo, promociona!, de cara a sus diversas necesidades. Adoptó más bien la línea del acompañamiento cercano, del asesoramiento 45

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