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al ius mandati, con un compromiso de colaboración con la jerarquía local y otras fuerzas. Se quiere seguir colaborando, mas no como responsables últimos. Además advertía sobre la conve– niencia y necesidad de unirse en las circunscripciones de un mismo país o región para una más eficaz colaboración. 2. Líneas de acción 2.1. El final del Concilio trajo para los capuchinos de Agua– rico no sólo toda la riqueza de sus documentos renovadores de la vida religiosa-misionera, también coincidió con la llegada de un nuevo Prefecto, Alejandro Labaca. Recordamos toda la presión del contexto social en medio de una fortísima ebullición; en suma, las circunstancias parecían exigir un giro en la dirección pastoral. La primera necesidad sentida fue la de reunirse, analizar el momento, la compleja realidad, las diferentes líneas de acción. El desafío era grande y amplio para encararlo a la antigua usanza de los pioneros o de la vieja obediencia. Por tanto, los misioneros se reunieron para planificar su pastoral por primera vez (Pañaco– cha 1965), elaboraron un programa conjunto en tomo a los más importantes sectores de su actividad. Es un momento muy rico en análisis (estaba en juego la propia identidad religiosa y misione– ra) y en acciones de nuevo cuño. Está caracterizado fundamental– mente por: - una reagrupación de los misioneros al mismo tiempo que redefinen su identidad y sus actividades; - la planificación de su accionar pastoral con la creación del secretariado de catequesis, liturgia y música; la escuela de ca– tequistas; Cicame en cuanto a la pastoral indígena, etc.; - la reconversión de su misma estructura económica mediante el abandono de la producción agrícola y ganadera; más la entrega de los bienes a la Prefectura. Por supuesto, todo esto forma parte de un largo debate interno donde las ideas de renovación y las presiones del ambiente 34

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