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salvación. El decreto Ad gentes asume los conceptos que la misionología de principios de siglo había elaborado para poder implantar la .Iglesia en pueblos .diferentes (adaptación y· acomo– dación); además el Concilio adoptó algunas propuestas patrísti– cas (Semillas del Verbo, pedagogía del Dios verdadero, prepara– ción evangélica, etc.) que permiten realizar la continuidad histó– rico-cultural de los respectivos pueblos con el Evangelio. A partir de los años 60 las iglesias nacionales crearon las con– diciones sicológicas, pedagógicas y teológicas para replantear la utopía de una Iglesia con rasgos típicamente sudamericanos. Se buscó una inserción en la cultura popular, se asumió el proyecto político de las masas como democracia social, participativa, abierta a la totalidad de las manifestaciones humanas, incluida su expresión religiosa característica. Incluso numerosos cristianos y aun miembros de la jerarquía eclesial participaron en las luchas por la justicia social estrechando los lazos entre el cristianismo y los movimientos de liberación, colocando de esa manera a la Iglesia en el primer plano de la realidad continental. Una Iglesia viva, llena de contrastes o tensiones internas, Iglesia de mártires populares y, al mismo tiempo, con miembros sospechosos ante la ortodoxia romana (pero mucho más ante los poderes del imperio que desataron una costosa planificación de sectas para quebrar la unidad religiosa popular). La reflexión teológica hecha a partir y sobre la pastoral popular dio origen a la teología de la liberación, primera gran expresión de Latinoamérica. Pero aun dentro de ese movimiento faltaba un acento autóno– mo, la raíz indígena que no terminaba de aflorar. Si Medellín y Puebla fueron la réplica continental al Concilio, surgió además otra infinidad de organismos eclesiales tratando de recoger y ordenar la gran eclosión espiritual surgida. Así el CELAM que convoca reuniones como las de Melgar (1968, para la concreción latinoamericana de la pastoral misionera), Caracas, Xicotepec, hasta !quito (descubrir la Palabra del Señor que nos habla desde las culturas nativas), Manaos, etc. No se trataba sólo de una posición americana; otros continentes eclesiales como Africa o 31

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