BCCCAP00000000000000000001188

lítico muy profundo que mantiene hasta hoy una fuene tensión entre regionalismo-nacionalista ecuatoriano). La colonización amazónica comenzó por el sur, presionando o desplazando a los indígenas poseedores ancestrales de esos terri– torios pero sin títulos legales sobre los mismos. El Estado les seguía llamando tie"as baldfas; por tanto de libre concesión oficial. Así se constituyeron diversas institucio– nes oficiales de colonización para el reparto de una región ol– vidada y que, según la propaganda, atesoraba múltiples riquezas. Pero a estas alturas, los indígenas estudiantes en los estableci– mientos misionales ya tenían en sus manos los datos necesarios para comprender el desafío. Su reacción, animada en general por las misiones, fue la de autoorganizarse. Esto produjo notables transformaciones culturales; debieron pasar de la cultura familiar al orden comunitario, de la dispersión al sedentarismo, de ser cazadores-recolectores a cultivadores y ganaderos. En el sur se organiza en 1964 la Federación de Centros Shuar. Dentro de nuestro territorio nororiental existe una transforma– ción todavía más violenta debida al descubrimiento de enormes yacimientos petroleros. La actividad de las compañías petroleras comienza en 1967 y para 1971 ya está abierta una carretera que une Coca con Quito; enseguida comenzará la explotación. Las tres cuartas partes del crudo nacional se extrae en este territorio, por otro lado el petróleo sostendrá a partir de ahora en más del 60% el financiamiento del estado. Las rutas del petróleo se convertirán aquí en una invitación al asalto de la Amazonía mucho más rápido que en el sur; la inmigración de campesinos pobres es tan violenta como queda reflejada en algunos índices demográficos de la época (el crecimiento porcentual entre los censos de 1962-1974 fue de 155,4%). La población sufre dos variaciones sustanciales, crece desmesuradamente y, al mismo tiempo, se invierte; ahora los dueños de la selva, los indios, quedaron como minoría dentro de su propia casa. Las consecuen– cias sociales, económicas, administrativas y ecológicas no se hacen esperar. 28

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz