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Si bien, en un primer momento, se juzgó que la presencia de los religiosos era allí más necesaria que nunca, "como signo de la vocación pacífica que siempre la animó y de acompaftante del pueblo en los momentos críticos", y la gente del barrio los reclamaba ahora de modo especial, luego de un tiempo las circunstancias de tomaron sicológica– mente corrosivas. Con pesar, el 27 de marzo de 1990, el hermano Provincial con los hermanos Abel y Sebastián, se presentaban ante Mons. Novak para exponerle las causas de nuestro retiro de su diócesis, dejando las puertas abiertas a un posible retomo. El día 24 de abril el Provincial, el párroco de la catedral y los hermanos Sebastián y Abel celebraban la misa de despedida, con gran sentimiento de los religiosos y de la gente que se había sentido acompa– fiada por ellos. Merlo Los últimos aftos de noviciado habían tenido como lugar del mismo la comunidad de La Cumbre. Este lugar se prestaba para ese fin por su aislamiento, como lugar adecuado a la reflexión y contemplación. Se buscaba, empero, un lugar inserto en un ambiente más humilde y más popular. Asimismo, en reunión del Equipo de Formación, apoyado después por los Definitorios, se había hablado de una fraternidad de noviciado interprovincial, con la Provincia Rioplatense. Esto exigía un lugar accesible para los hermanos de ambas Provincias. Entre varias posibilidades, dentro de las diócesis de San Nicolás y Morón, pareció mejor, por su posición y cercanía a la Capital, una capillita humilde con algunas dependencias para vivienda, ubicada en la localidad de La Teja, de la ciudad de Merlo, Obispado de Morón. En diciembre de 1987 ya se había escrito a Mons. Laguna sobre la posibilidad de abrir una casa religiosa en su diócesis, y en la reunión conjunta de Definitorios de ese mes era nombrada la fraternidad del 70

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