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fraternidad fue el incendio de la casa y capilla de la Merced que, en pocas horas, una madrugada, dejó el lugar como tierra arrasada. Esto obligó a sus moradores a trasladarse a la casa del Postulantado con los inconve– nientes de la estrechez de la misma. Lo que significó un elemento negativo en el desarrollo de la vida de ambos grupos. La reconstrucción de la capilla y de la casa llevada a cabo por los mismos religiosos, con la cooperación activa por parte de la gente, significó para ellos un esfuerzo añadido al trabajo rutinario, quizá un poco excesivo, y, por otro lado, una demostración del cariño al lugar y a sus condiciones de vida. Más adelante, varias crecidas del río de La Plata, que anegaron la casa del Postulantado, influyeron de algún modo en el retiro de los hermanos que quedaban en el lugar. El hermano Jerónimo Bórmida se había retirado de la fraternidad de presencia y vuelto a su Provincia a fines del '87 o principios del '88. Este mismo año era elegido Consejero General y partía para Roma. El hermano Pedro Lepphaille había finalmente encontrado el cami– no de su vocación misionera "ad gentes" y había partido para la misión del Chad (Africa), atendida por los Capuchinos de Québec y de la provincia de París. Su partida tenía lugar el 2 de diciembre de 1988. Los postnovicios habían sido trasladados a Montevideo. Una carta del Ministro General recomendaba que los estudios académicos no se iniciaran antes de la profesión perpetua. Esta reestructuración, junto con otras razones de estudio y la disminución de los formadores, definieron el traslado. De este modo, en Quilmes quedaban solamente, el hermano Antonio en la Asunción y los hermanos Abel y Sebastián en La Merced. Los sucesos de La Tablada vinieron a complicar la situación, al quedar el hermano Antonio indirectamente implicado en sus conse– cuencias. Esto y el allanamiento militar a la casa del Postulantado incidieron negativamente para que pudieran volver a ella los nuevos postulantes. 69