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extremo del pueblo, el templo parroquial recién inaugurado, dedicado a la Virgen del Carmen. Después de una primera negativa en 1923, se decidió aceptar el ofrecimiento en 1925, teniendo en cuenta su ubicación en las sierras, como base de un trabajo misionero y, además, como casa de descanso y convalecencia para los religiosos enfermos. El padre Dionisio de Echalar fue designado como párroco y director de la pequeña escuela de campaña que ya funcionaba en el solar. Lo acompañaban el padre Pfo de Oricáin y el hermano Marcos de Guembe. El trabajo comenzó a un mismo tiempo en la terminación de la iglesia parroquial, la escuelita primaria y el apostolado en el pueblo y en las sierras. Con el tiempo, también La Cumbre fue base de expediciones misio– neras, no sólo en las sierras vecinas, sino también en pueblos distantes de la Provincia. La escuelita comenzó a funcionar en una sala de la antigua casona, hasta que el padre Dionisio levantó la nueva escuela. Esta permaneció en funciones durante un lapso de diez años, hasta que dejó de tener objeto por la fundación de nuevas escuelas del Estado, tanto en el pueblo como en las sierras. Más tarde el edificio fue asiento de una Escuela de Artes y Oficios, fundada por el padre José Luis de Murueta. Cuando ésta dejó de prestar ese servicio, se destinó la casa para Pre-seminario de los candidatos procedentes del norte argentino. Más recientemente se la designó como Casa de Ejercicios y de hospedaje. Varios párrocos realizaron una buena obra espiritual en el ámbito de la parroquia que, en un principio, abarcaba desde Huerta Grande hasta Cruz Chica, y también fuera de ella. Nombramos, entre los primeros cronológicamente, a los padres Eustaquio de Sesma y Vicente de Pamplona. Merece ser citado el padre José Luis de Murueta por su obra del Vía Crucis, en el cerro junto a San Roque, y el Cristo Redentor, que constituyen, además de una ruta penitencial para los creyentes, una 37

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