BCCCAP00000000000000000001187(1)

entre los que gozaba de gran ascendiente. Su mano derecha fue el padre Juan de Ansoáin, alma y vida del convento y parroquia durante los 25 años de permanencia en la misma, doce de los cuales ejerció como párroco. En efecto, mientras el padre Juan ejercía su labor de predicador en la ciudad y atendía a los enfermos, el padre Jenaro asumía la tarea de predicador de novenarios y misiones, no sólo en la Provincia de Córdo– ba, sino también en las de Tucumán, Salta y Catamarca, adonde era llamado con frecuencia para la novena y festividad de la Virgen del Valle, de gran devoción en toda la República. No sólo ellos. También aparecen entre losmisioneros los nombres de: Narciso de Sangüesa, Eustaquio de Sesma, Dionisio de Echalar, Juan de Guemica, Ladislao de Yabar, Manuel de San Sebastián... Estas misiones abarcan desde el año 1911 hasta 1923 y se extienden portodalaProvinciadeCórdoba,LaRioja, Tucumán, Salta, Catamarca. Dicho apostolado es tenido en cuenta en las Relaciones del Superior Mayor de laMisión a los Superiores de Navarra o de Roma, distinguien– do a Córdoba como la comunidad de más acción misionera en Argen– tina. Y se añade: "Varios Obispos de la Argentina piden constantemente nuestros servicios, ofreciéndonos residencias fijas, principalmente en la diócesis de Córdoba, donde se nos ofrece desde hace tiempo la Vicaría Foránea de La Riója, región vastísima y totalmente desampa– rada de auxilio religioso". Además de Mons. Bustos, de Córdoba, Mons. Piedrabuena, de Catamarca, apreciaba mucho a los religiosos, los llamaba a predicar y se hospedaba, cuando estaba de paso, en su pequen.a casa de Córdoba. La tradición y labor misionera continuó en la comunidad años después y fue considerada como una característica muy propia mientras hubo religiosos suficientes para atenderla. En épocas posteriores podemos citar los nombres de Niceto de Azpeitia, Ireneo de Setuáin, Tomás de Bacáicoa, Blas de Cáseda, José Luis de Murueta, Angel de La Cumbre, Celestino ,zanelfo, Francisco 35