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vivían a fondo la reforma católica con todas las exigencias del tridenti– nismo y de su legislación, las constituciones capuchinas, muy rigurosas; prometían vivir el santo evangelio y la regla seráfica, al estilo y con el talante de san Francisco de Asfs. El Santo valía más que la legislación. No es retórica. Aquellos hombres ensayaron en el convento de Borja una vida muy exigente en fraternidad y en minoridad, así como en austeridad, retraimiento y silencio. La vida religiosa quedaba tutelada porun horario, que durante siglos y hasta tiempos muy recientes ha permanecido ínmu– table: 0,00 h. a media noche, rezo de maitines, laudes y oración 4,45 levantarse y aseo personal 5,00 letanías de los santos y oración mental 6,00 oración litúrgica de las horas y misa conventual 7,00 desayuno, ligero y de pie 7, 15 estudio, ministerio, trabajo 11,00 rezo de las horas litúrgicas correspondientes 11,30 comida, visita a la iglesia y recreación en común 13,00 retiro o descanso (siesta) 14,00 rezo de vísperas y del rosario 14,30 estudio, ministerio, trabajo 17,45 rezo de completas y hora de oración mental 19,00 cena y recreación 20,00 últimas oraciones y descanso hasta la media noche. Todo este horario giraba en torno a los actos del coro y del refectorio. Había maestros que enseñaban a vivirlos en espíritu y en verdad. Estando enAragón, no se puede olvidarlaobra clásica de fr.Pedro de Aliaga, Modo de bien obrarpracticado en el día del capuchino, apreciable por su estilo, y más por su contenido. Acechaban el cansancio, lamonotonía y la rutina. La noche partida, las dos largas horas de oración personal, los otros momentos de oración comunitaria servían de yunque para templar el espíritu. Una estruendosa carraca despertaba a todos, aun a los de sueñ.o más profundo y oído mas duro. Si no bastaba la carraca, llegaba un aviso personal, que despertaba al rezagado. Para que el horario rodase a perfección, existía el oficio de 35
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