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No veía ciertamente un Colegio de Misioneros, como en su oficio asegura, no veía un establecimiento religioso de ensefianza, no veía, en fin, ninguna de esas religiones que el concordato no pudo menos de aprobar por los fecundos resultados que producen; veía tan sólo 4 ó 5 PP.Capuchinos, constituidos allí y a su edad decrépita, consagrados tranquilamente a las sencillas ocupaciones de una vida sedentaria. Y tan cierto es esto que cuando los intereses generales de la Diócesis reclamaron la necesidasd de misiones, no se encomendó a ellos el cumplimien– to de tan importante servicio, sino a los PP.Jesuitas, que afirmando la fe de este pueblo con elocuente palabra, formaron y organizaron asociaciones religiosas, ni aun siquiera [encomendadas] dejadas al cuidado del celo de aquellos, puesto que quedaron constituidas bajo la dirección del clero secular de las parroquias. Guiada, pues, por un espíritu recto, puso la Junta en manos del Estado el edificio en cuestión, no sin guardar caballerosamente todas las consideraciones que por su ancianidad y ministerio se merecían los PP.Capuchinos, habiendo obtenido, además, para descargo suyo la aprobación de la autoridad superior. Así las cosas, y pudiendo los ayuntamientos que sucedieron a la Junta revolucionaria satisfacer la inolvidable necesidad, dentro de la esfera legal, determinaron solicitar la concesión del citado convento, como así lo efectua– ron. Y habiendo sido [borró: concedida] obtenida, escudados además por laLey de lQ de Junio de 1869, sancionada en las Cortes Constituyentes sobre la concesión de edificios de conventos y de comunidades religiosas con aplica– ción a servicios públicos, procedióse a las obras de reparación necesarias en dos edificios para el nuevo destino que recibían, obras que representan una importante suma, de buen grado por todos satisfecha, porque venía a subsanar el mayor de los males que aquí se sentían. Estos son los puntos más culminantes que deben quedar consignados con respecto a la traslación de los enfermos al antiguo convento de Capuchinos, convirtiendo el antes hospital de beneficencia en escuela de nifias, manifestán– dole además el inmenso conflicto en que se colocaría a la Ciudad, privándola de ese edificio que equivalía a privarla o bien de hospital de beneficencia o ya también de escuelas de nifias, después de haber dado tantas muestras de sensatez con los sacrificios hechos no para destruir, sino para reedificar, imprimiendo un carácter altamente piadoso y benéfico a sus obras. [Borró: De acuerdo del Muy Ilustre Ayuntamiento lo hablado a usted para sus efectos oportunos]. En este concepto debe fundadamente esperarse que no aplicará esa Administración el Decreto de 9 de enero último en la forma que lo solicita el Ilmo.Sr. Obispo de Tarazana en atención a las consideraciones anteriormente espuestas. [Borró: De acuerdo del M.I.Ayuntamiento] Dios etc. Borja 20 Marzo de 1878, José de reª (?) Sr.Jefe Económico de la Provincia de Zaragoza. AMB caja 316-12. 126
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