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Es la primera la necesidad, pero la necesidad absoluta que mueve a los individuos lo mismo que a los pueblos, que determina sus actos con ineluctable inpulso y que es a la par el primitivo fundamento de todas las instituciones. No cabe duda que existía esa imperiosa necesidad de trasladar el hospital al exconvento de Capuchinos y colocar en el primero de estos edificios las dos escuelas de nií'las que el Ayuntamiento sostiene con arreglo a la legislación vigente. Y de que así era en efecto se convencerá fácilmente esa Administra– ción, sabiendo que el hospital se hallaba ubicado en las peores condiciones para los enfermos y vecindario, ya por encontrarse en un suelo húmedo y sin ventilación alguna, ceflido y estrechado por la iglesia parroquial de SantaMaría y casas particulares, ya también por la circunstancia de [borró: haber sido] estar construido dentro de la ciudad, que recibía las emanaciones miasmáticas de los enfermos, con grave daño y peligro notorio de sus habitantes. Y conociendo así mismo que por falta completa de recursos para fundar locales de enseí'lanza, donde pudieran reunirse, siquiera fuese con escasas comodidades, todas las nií'las, que acuden con laudable fe a participar de los hermosos bienes de la instrucción, que abre las inteligencias,[borró: inundándolas de ignota y esplen– dente luz], y fecundiza los corazones. [borró: levantando apacibles y dulces sentimientos], se veían obligados con dolor los anteriores Ayuntamientos a dejarlas abandonadas en locales o inútiles o ruinosos, bajo una tremenda responsabilidad moral o material que pendía sobre ellos, como la espada de Damocles. En esta s1tuación, ni fueron pocas ni vanas de todo punto las gestiones llevadas a cabo en diferentes épocas, mereciendo especial mención la solicitud dirigida en 1860 al actual prelado diocesano, que al siguiente afio decretó favorablemente, encontrando justos y legítimos los deseos de esta ciudad. Con este motivo, teníase ya por cierto el remedio en tamaí'lo conflicto, no dudando de la sinceridad del Iltmo. Sr.Obispo. Pero con amarga sorpresa se observó más tarde en la permutación de bienes del 63 exceptuó en su favor el [borró: edificio] Exconvento de Capuchinos, dando al olvido los equitativos senti– mientos que antes abrigara hacia nuestras necesidades. Poco tiempo después, cuando más [borró: instaba] apremiaba la urgencia, instalábanse en ese edificio religiosos de la Orden de Capuchinos. Puestas las cdsas en tal estado, ocurren los acontecimientos del 68 y laJuntarevolucionaria toma a su cargo la dirección de los asuntos de la ciudad, resolviendo que el antiguo Convento fuese devuelto a la nación. Esta es la segunda cuestión, muy importante sin duda, si se tratase de una injusticia manifiesta, de un derecho conculcado, pero sin que por esto se pretenda defender ni aprobar todos los actos de aquella Junta. cabe asegurar con verdad que en el asunto actual obró sin pasión ni saña, ajustándose a los preceptos legales. Porque, ¿qué es lo que veía en aquella exigua comunidad? 125
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