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Justificados estos hechos facultativamente, hace muchos años que se proyectó trasladar el Hospital al Exconvento de Capuchinos de esta Ciudad, acudiendo al Gobierno caído, quien, aceptando el deseo del prelado, quedó destinado a recoger exclaustrados, desoyendo las reclamaciones de esta Municipalidad. Hoy que han desaparecido los religiosos, vuelve esta Junta a insistir en un proyecto tan útil a la salud pública de la población, como ventajoso a la pronta curación de los enfermos. En ese exconvento hay espacio para salas diferentes, ventilación abundante, sol esplendente por todos lados y plaza y jardín para que los convalecientes se esplayen y se restablezcan pronto con la alegría que el sitio respira. Ese establecimiento separado de la población no puede comunicar al vecindario ninguna enfermedad contagiosa ni accidente alguno desagrada– ble. Y no es esto todo, el vecindario a una voz clama por la traslación de las escuelas de niñas, que hoy ocupan un edificio ruinoso que sola su consideración hace temblar a los padres y a toda persona humanitaria, por cuya razón hubo de prohibirse la asistencia de las niñas a ese local vetusto, haciéndolas retirarse a cuartos pequeí'íos, donde la enseñanza decae, porque la directora no puede ejercer sus funciones debidamente. Inútil ha sido buscar local para esa escuela, no le hay en la población y no hay recursos para improvisar un edificio nuevo. Pero al cerrarse el convento de Capuchinos, al llevar allí los enfermos, queda el local de lo que hasta hoy ha sido hospital y esto nos facilita la solución de la cuestión de escuelas, que deben trasladarse las de nií'ías a ese edificio, donde encontrarán bastante espacio para recivir las niñas de esta Ciudad la instrucción que tanto debemos fomentar. Por todas estas consideraciones la Junta revolucionaria de esta ciudad ha acordado trasladar el Hospital al exconvento de Capuchinos de la misma y las escuelas de niñas al edificio hoy Hospital, rogando a V.E. que se digne aprobar esta determinación tan humanitaria como útil y necesaria a la instrucción pública de este vecindario y a la humanidad doliente. Dios etc. Borja 9 de octubre 1868. Exma. Junta revolucionaria de Zaragoza. AMB caja 316-12. 117

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