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C 0 Jnstituciones capuchinas de 1896 379 sobre todo, en el siglo XVII, en el que la familia capuchina publica sus últimas constituciones. En consecuencia, ésta contempla la rea– lidad en la que se desenvuelve, se esfuerza en adaptar su legislación a las normas ecclesiásticas en vigor, replantea su forma de vida fun– damental de cara a la regla e intenta adaptarla espiritualmente a las difíciles circunstancias en las que se desarrolla. El capítulo general de 1884 y la elección de Bernardo de Ander– matt a la suprema magistratura de la orden establecen la línea divi– soria entre dos épocas relativamente recientes en el seno de la fraternidad: el deoaim1ento y la restauración de Ia misma. En efecto, la familia capuchina, con un empuje espiritual y apos– tólico extraordinario durante los siglos XVI, XVII y XVIII (en su primera mitad), ve mermada su vitalidad interna y externa, al igual que otras instituciones eclesiásticas, por tres causas fundamentales: el regalismo, que entorpece el libre funcionamiento de las congre– gaciones religiosas; la revolución fmncesa, que les persigue sin com– pasión, y el liberalisn:o. que suprime gran número de conventos. Dificultades constantes, ingerencias de la autoridad civil, perse– cuciones religiosas, secularizaciones, supresiones violentas..., hacen que la orden, que cuenta en 1750 con más de 32.000 miembros, con– temple tan sólo unos 7.000 en 1884. Con poca unión entre ellos, sin demasiado espíritu de equipo, sin brújula cierta en el camino. Las tres causas mencionadas han desequilibrado en gran parte el arma– zón espiritual y juríd'.co del instituto. La solución no es fácil 2 • Pero en él existe el deseo de reorganizarse, de vitalizarse y de emprender nuevas rutas. El ministro general, Egidio de Cortona, que retiene el cargo durante doce años (1872-1884), recoge con fidelidad la situación espiritual y externa de la orden en la súplica dirigida al romano pontífice, con el fin ele conseguir el permiso para la celebra– ción del capítulo de 1884. Propone tres razones. La segunda es la que nos interesa: « II - Il vivissimo bisogno, e l'ardentissimo desiderio espresso da tutto l'Ordine d'in:cndersi e deliberare insieme intorno agli affari piú vitali del medesimo Ordine, ed in specie A) per eliminare effica– cemente tutti guegli abusi che nelle cinguanta e piú Provincie, in 2 Cf. MELCHIOR A PoBLADURA, OFMCap., Historia genera/is ordinis fratrum mi– norum capuccinorum. Pcws tertia (1761-1940), Romae 1951; LAZARO nE AsPURZ, OFMCap., Manual de hdoria franciscana, Madrid [1954], p. 289-426; Brevis conspectus evolutionis ordinis fratrum minorum capuccinorum {Juatuor saecu– lorurn spatio, en Liber manorialis, Romae 1928, p. 329-332.

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