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CUESTIONES CANONICO-MOttALES. SOBRE EL OFICIO DIVINO Confitebor tibi, Domine, in toto corde meo, de cuarenta y dos versículos. Finalmente, puede computars~ como Oficio notablemente más breve el de Resurrección· y el de Pentecostés. B) Hora pro hora valet A pesar de las divergencias, común y explícitamente han aceptadó los <loctores, con mayores o menores reservas y atenuaciones, el axioma Offi– cium pro Officio valet. ¿Se ha admitido o, por lo menos, se ha discutido suficientemente otro principio emparentado con el anterior y que podría enunciarse Hora pro hora valet ! Parece qu.e, propuesto el primero, debería haberse tratado con amplitud -e1 segundo, y, sin embargo, entre el no pequeño número de los autores antiguos que hemos consultado no hemos hallado ninguno que lo menciorte, lo que equivalentemente podría significar que lo negaban. Más aún, erttre los más recientes no abundan· tampoco los que hablan con alguna detendórt ,del problema, y quienes lo mencionan muéstranse, en general, eneinigds de admitirlo. ¿Es tan cierto, con todo, que no pueda aplicarse a la vida práctica el principio Hora pro hora valet ! No tratamos de resolver el caso de quien, dudando de la recitación de una Hora determinada, Tertia, por ejemplo, no sabe si todavfa está obligado a rezatla. Este es un problema completamente diverso, que se deberá resol– ver por los sanos principios del probabilismo. Intentamos precisar única.; mente la obligación que existe de rezar Sexta cuando el clérigo ordenado in sacris está seguro de que, en lugar de ella, ha recitado por segunda vez Tertia. Pueden distinguirse a este respecto en el Oficio divino la cuantía (nú– mero y amplitud de los salmos, lecciones, etc.), la cualidad (de feria, 'de .confesor, de mártir, etc.) y la forma, que puede entenderse, bien la unión de las dos notas anteriores, bien, y con más propiedad, el recitarlo en latín, según él orden y versión de los salmos establecidos por Pío X y Pío XII y diciendo todas las Horas canónicas. Fundamentalmente, el argumento que aducen !os au.tores para rechazar .el principio Hora pro hora valet se reduce al hecho de que admitiéndolo se ,corrompe la forma establecida (23), no faltando quien explícitameúte lo (2&) A. VERMEERSCH: Tlleol. Mor., vol. III, e,d. 2.• (Roma, 1ll'27), n. 39, ¡p. ,a: NOLDIN• ·SOHMITT: Summa Theot. Mor., vol. II, ed. 26 (Barcelona, 1945), n. 76.3, p. 699 s.; A. LEHMKUllL: Th.eoiogta Mora/is, vol. n, e•:1. 10 (Fr!hurgl Br!s,govlae, 1902), n. 626, 7. 0 , p. 439. · -9-
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