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CUESTIONES CANONICO-MORALES SOBRE EL Ol<'ICIO DIVINO illa Santa Sede, según veremos después, sino porque. aparte de que sería :sumamente enojoso y ard·.10 al beneficiado o monje en cuestión la obliga– ción de repetir el Oficio, también en este caso conserva todo su valor el .axioma Chorus supplet, una vez que se actualizan en él las dos condiciones exigidas para su, recto uso. En efecto, el organista forma unu,,n quid morale con el coro y está materialmente impedido en la recitación por servirlo. Lo primero, por estar omás o menos en el coro y. seguir constantemente el rezo; !o segundo, por– ,que, para tocar bien el órgano, salvo casos muy excepcionales, que no deben ,tenerse en cuenta en una norma general, es necesario que atienda a él y con– tribuya de ese modo al mayor esplendor y uniformidad de las Horas canó– nicas. Y esto, aun cuando acompañe al coro durante todo el Oficio y, por lo tanto, privadamente no rece nada. No existe causa para distinguir entre el organista que acompaña todo el Breviario del qu,e lo hace sólo en parte; tanto aquél como éste cumplen las dos únicas cowUciones requeridas y su– ficientes para la aplicación del principio Chorus s1tpplet. Los argumentos aducidos en la opinión contraria carecen, a nuestro modo de ver, de sólido fundamento, pues no se trata de saber si el órgano profiere o no palabras, en lo cual todos convenimos, como tampoco en el caso estudiado antes acerca del Obispo se inquiría sobre su recitación verbal de Tertia, etc., sino de si, a pesar de que materialmente no se cantan las Horas canónkas en parte b en su totalidad, en ciertas circunstancias el coro suple lo que un individuo particular que formaba unid2d moral con él no puede rezar por impedírselo un trabajo que el mismo Oficio coral le impone. Y a este modo de enjuiciar y resolver el problema no se opone ni el Ceremonial de Obispos ni la respuesta de la Sagrada Congregación de Ritos, fechada el 22 de julio de 1848; antes, por el contrario, la cláusula un tanto vaga de aquél se debe explicar por las frases diáfanas y precisas de ésta. El Ceremonial de Obispos dice a este respecto que, donde exista la -costumbre de cantar un versículo el coro y otro el órgano, se puede con– servar, con tal de que cuando suene éste alguno de los corales recite con voz · inteligible lo qu.e debería responder el órgano; más aún, sería laudable que aiguno cantara juntamente con él (49). · Lo que el Ceremonial afirma no es, pues, como lo entiende BuccERONI, que el organista no cumpla tocando el órgano, sino que este instrumento solo no suple a parte del coro, de forma que tm versículo rece éste y otro (49) Caeremontale Episcoporum, l. c. -19-

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